El objetivo de este proyecto es desarrollar e investigar relaciones simbióticas estrechamente vinculadas entre robots y plantas naturales y explorar los potenciales de una sociedad robot-planta capaz de producir artefactos arquitectónicos y espacios de vida.
Flora robotica es un proyecto de cuatro años financiado en el marco de la Acción Proactiva de la UE y las Tecnologías Futuras y Emergentes Horizonte 2020. El proyecto se extiende desde abril de 2015 hasta marzo de 2019.
El objetivo del proyecto es desarrollar e investigar relaciones simbióticas estrechamente vinculadas entre robots y plantas naturales y explorar las potencialidades de una sociedad robot-planta capaz de producir artefactos arquitectónicos y espacios de vida.
Se crearán una serie de robots híbridos que funcionarán como un sistema cognoscitivo encarnado, autoorganizado y distribuido. El sistema crece y se desarrolla durante largos períodos de tiempo en la interacción con los seres humanos dando lugar a la creación de estructuras arquitectónicas significativas.
Las «plantas artificiales» apoyan y controlan las plantas biológicas a través de andamios, riegos y estímulos adecuados. La planta natural, a su vez, soporta y controla la planta robótica guiándola mediante el crecimiento (por ejemplo, hacia la luz) y soportando el peso del robot en fases de crecimiento posteriores.
Robot y planta crecen juntos
Las plantas artificiales se construyen a partir de pequeños módulos heterogéneos de detección y actuación conectados mediante elementos de construcción ligeros. Cada planta robótica se conecta de forma inalámbrica a Internet. Los robots y las plantas crecen juntos desde el brote hasta la etapa adulta y forman un sistema estrechamente co-dependiente y auto-organizado.
Los organismos robot-planta viven en un ambiente humano-habitado y sirven como estructuras arquitectónicas a los seres humanos (por ejemplo, paredes, techos, bancos) proporcionando funcionalidad como sombra, control de calidad del aire y alivio del estrés.