El continuo acoso durante la adolescencia puede provocar cambios físicos en el cerebro

Un estudio realizado por el King’s College de Londres, en el Reino Unido ha descubierto que una exposición continua al acoso durante la adolescencia puede provocar cambios físicos en el cerebro y aumentar la probabilidad de sufrir una enfermedad mental. 

Las situaciones de abuso y maltrato, que suelen darse en el ámbito escolar (conocido actualmente como bullying «generan una disminución del volumen del cuerpo calloso, una estructura que conecta los hemisferios cerebrales fundamental para el funcionamiento adecuado del cerebro». apunta María José Acebes, neuropsicóloga y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Alteraciones físicas en el cerebro

Además, también puede provocar una alteración en la corteza prefrontal, que afecta a la facultad de resolución de problemas y a la habilidad para gestionar emociones. «Y, si no hay un tratamiento y un apoyo adecuados, se ha comprobado que los niños que sufren acoso pueden tener más posibilidades de padecer problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, predisposición a autolesionarse, trastornos postraumáticos y miedos patológicos asociados al desarrollo y la conexión entre el hipotálamo y el hipocampo, relacionados con respuestas cardiovasculares ante estímulos de peligro, así como con el condicionamiento al miedo», advierte la neuropsicóloga.

Los investigadores del Reino Unido midieron áreas del cerebro de adolescentes cuando tenían 14 y 19 años. De estos últimos, aquellos que habían sufrido acoso escolar crónico presentaron una disminución de las áreas cerebrales del núcleo caudado y el putamen, que los investigadores asociaron a unos mayores índices de ansiedad. «Por suerte», explica Acebes, «a esta edad el sistema nervioso es muy plástico y se puede modular. El cerebro está en desarrollo hasta la edad adulta, por lo que es posible desaprender lo aprendido», especifica. A los 19 años la corteza prefrontal, más ligada a capacidades intelectuales, como la facultad de razonamiento o la regulación de los impulsos o las emociones, no está del todo madura, «de modo que todavía se encuentra en fase de desarrollo y con capacidad de moldearse», asegura.

Crece el bullying entre los adolescentes españoles

En España se registraron un total de 5.500 casos de acoso escolar entre 2012 y 2017, según datos del Ministerio de Educación, la Policía Nacional, la Guardia Civil y varios cuerpos de policía local. Solo en 2017 se contabilizaron hasta 1.054 casos, una cifra superior a la de cualquiera de los cinco años anteriores. Además, las situaciones de acoso en adolescentes se han recrudecido especialmente. Según el III Estudio sobre acoso escolar y ciberbullying elaborado por la Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña, en 2017 las agresiones fueron más violentas y prolongadas en el tiempo respecto al año anterior.

Casos como el de los hermanos del barrio madrileño de Usera, acosados durante más de un año por una manada de menores, quince de los cuales han sido arrestados, hacen saltar las alarmas. La forma de bullying más común en la pubertad es la grupal: los adolescentes, cuando actúan en manada, se legitimizan. José Ramón Ubieto, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y autor de Bullying. Una falsa salida para los adolescentes (Ned, 2016), explica que «a esta edad todo se hace en pandilla: el botellón, las primeras experiencias sexuales… y el acoso también es más fácil si se hace en grupo». El bullying en estas edades tiene los rasgos propios de esta etapa, explica el profesor: «Todos los adolescentes se sienten acosados; es su estado natural. Sienten presión por su cuerpo, por su sexualidad, por las relaciones familiares o sociales… Están buscando definirse, y este acoso lo trasladan a la víctima, que se convierte en el chivo expiatorio».

acoso escolar

El acoso a través de las redes

Por otro lado, las redes sociales ayudan al grupo a exhibirse, como en el caso de los hermanos de Usera, en que los acosadores lo grababan y utilizaban internet para expandir sus ataques. «Esta tendencia también se debe a una condición propia de la adolescencia: el miedo a ser invisible, a pasar desapercibido (fear of missing out o FOMO). La exposición en las redes refuerza el grupo y victimiza aún más al acosado», explica Ubieto.

La solución: buscar la responsabilidad de todos sin convertir a los estudiantes en delatores ni judicializar las escuelas.

Regulación de la convivencia en los centros educativos

¿Qué se puede hacer para rebajar el número y la crudeza de las situaciones de bullying en los colegios e institutos? Recientemente, la Comunidad de Madrid ha presentado un decreto para regular la convivencia en los centros educativos en el que se señala como falta grave que un alumno conozca una situación de acoso y no lo comunique. Además, obliga al centro a «informar a la Fiscalía o al organismo correspondiente en función de la gravedad de los hechos». Este tipo de medidas no son la solución, opina José Ramón Ubieto, que califica de «disparate» tratar de imponer a profesores y alumnos el papel de «acusadores». Pero esto no significa que los alumnos no tengan un papel determinante a la hora de prevenir y frenar el acoso escolar.

Plan de convivencia

De hecho, en la mayoría de colegios se implanta lo que se denomina «Plan de convivencia», un protocolo que se activa cuando se detecta un caso de bullying y que tiene en cuenta la corresponsabilidad de los profesores, de los padres y también de los alumnos. «El papel de testigo de los estudiantes es fundamental», afirma el profesor de la UOC, «pero en este caso el problema se resuelve en el propio centro y no se traslada a los tribunales», puntualiza.

Los planes que están consiguiendo frenar el acoso escolar proponen medidas que no pasan ni por obligar a los alumnos a ejercer de chivatos ni por recurrir a los tribunales. Así, programas como el KiVa, un método de prevención puesto en marcha en aulas de Finlandia y cuyos resultados han sido alabados por la comunidad educativa internacional, ponen el foco en tres figuras: la víctima, los acosadores y los testigos. Este plan actúa sobre los alumnos para que su actitud no sea la de meros espectadores, sino que se conviertan en el apoyo de la víctima.

 

Aurora Cancela Pérez
Aurora Cancela Pérezhttps://www.cronicanorte.es
Aurora Cancela Pérez, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Colmenar Viejo. Es redactora en Crónica Norte desde 2017. Apasionada de la información local y los viajes.

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