Un grupo de investigadoras españolas han confirmado que un programa de baile como entrenamiento específico y progresivo realizado durante 8 semanas mejora la salud de mujeres de mediana edad prehipertensas e hipertensas.
Sabemos que hacer ejercicio siempre es bueno para nuestra salud y más cuando tenemos algún problema que encuentra su solución en el deporte. Son muchas las variedades de ejercicio físico que podemos realizar y, entre ellas, se encuentra el baile. Desde que estrenaron Dirty Dancing o Grease, bailar es una de las actividades preferidas por muchas personas, además de que es un práctica que tiene efectos muy positivos en nuestra salud.
Tanto es así que un estudio liderado por la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado que bailar mejora notablemente la presión arterial, el sueño y la calidad de vida en mujeres de mediana edad prehipertensas e hipertensas.
El trabajo ha sido realizado por investigadoras de los departamentos de Fisioterapia y Fisiología de la UGR, del Instituto de Investigación Biosanitaria y de la Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria de Córdoba. Posteriormente, ha sido publicado en la revista Medicina Clínica.
Los científicos diseñaron un ensayo aleatorizado y controlado, donde las participantes fueron asignadas a uno de dos grupos: grupo control (donde las participantes continuaron con sus actividades y medicación habitual) o grupo de terapia de baile (donde las participantes siguieron un programa de entrenamiento, además de su medicación).
Mejoras significativas
En la investigación participaron un total de 67 mujeres de mediana edad prehipertensas e hipertensas. La intervención consistió en un programa de baile-entrenamiento específico y progresivo realizado durante 8 semanas, a razón de 3 sesiones semanales.
Los pasos de baile fueron específicamente seleccionados para mejorar el equilibrio, desplazando el cuerpo y reubicando el centro de gravedad. Además, las medidas analizadas fueron la presión arterial, la calidad del sueño y la calidad de vida, estas dos últimas medidas por el Pittsburgh Sleep Quality Index y el Cuestionario Europeo sobre Calidad de Vida, respectivamente.
Los resultados demostraron que el grupo de intervención informó de mejoras significativas en los valores de la presión arterial, así como en la calidad del sueño y la calidad de vida en comparación con el grupo control.