Recientes estudios han confirmado que la mezcla de los medicamentos que habitualmente tomamos tiene efectos muy contaminantes. Además, esto también afecta a los organismos acuáticos incluso en concentraciones muy bajas.
Lo que para nosotros es tomarnos un simple ibuprofreno o un paracetamol para quitarnos un dolor de cabeza, causa, y perdón por la redundancia, quebraderos de cabeza a los investigadores.
Los antibióticos, estimulantes, analgésicos y drogas psiquiátricas que nos receta nuestro médico y que, posteriormente, nos tomamos para paliar nuestros dolores, terminan por dejar sus residuos en los ríos. Sin embargo, los métodos que actualmente se utilizan para evaluar su impacto no son lo suficientemente precisos y, además, podrían estar pasando por alto cuáles son los contaminantes verdaderamente dañinos en el medio ambiente.
Una mezcla explosiva
Los investigadores buscan la manera de acercarse lo máximo posible a estos resultados. Por ello, científicos de las universidades Autónoma de Madrid (UAM) y de Alcalá (UAH), en colaboración con la Universidad de Girona y la de Florida, han demostrado que las mezclas de estos contaminantes tienen efectos contaminantes sobre los organismos acuáticos en concentraciones ambientales. Los resultados, publicados en la revista Science Advances, identifican qué sustancias son las principales responsables de estos efectos.
Francisca Fernández Piñas, directora del departamento de Biología de la UAM explicó el método de estudio: “Utilizamos un método que combina técnicas experimentales de alto rendimiento con un enfoque estadístico novedoso, que nos permitió estudiar el efecto de 180 mezclas de 16 contaminantes emergentes”.
“Además, incluimos dos intensidades lumínicas como estresores ambientales en un conjunto de casi 2.700 observaciones independientes, lo que constituye la serie más completa de observaciones estudiada hasta la fecha en un único ensayo. Aunque se trata de un desarrollo ad hoc, este método puede tener aplicaciones mucho más amplias en campos como la medicina y la biología”, destaca la investigadora.
Gracias a estas investigaciones, también se ha podido determinar que el efecto de concentraciones muy bajas –por debajo de un microgramo por litro, lo que equivale aproximadamente a una dosis de paracetamol disuelta en una piscina olímpica– tiene consecuencias negativas sobre los organismos acuáticos del medio receptor, algo que, hasta ahora, era contrario a lo que se creía.
“Los resultados obligan por tanto a redefinir la metodología que identifica la presencia de mezclas tóxicas en contaminantes antropogénicos, ya que el método tradicional basado en la mera suma de concentraciones corregidas por la potencia del tóxico, si bien ofrece una forma sencilla de comprender y calcular, conduce a una infravaloración del riesgo ambiental”, afirma Roberto Rosal, profesor del departamento de Ingeniería Química de la UAH.
