Nace «la Cibeles» la cerveza artesana de Madrid

Ha nacido “La Cibeles”, la cerveza artesana de Madrid. Impulsada por David Castro, un informático con titulo de maestro cervecero, que se alejó de la tecnología para abrazar su pasión: fabricar cerveza. Después de más de dieciséis años experimentando en casa hasta conseguir un buen producto,  y con la ayuda de José Ignacio Alonso, un ejecutivo de empresas TIC que coincidió con él en su periplo profesional, han creado una sociedad con cinco socios y se han presentado en el mercado con una cerveza cuyo nombre no deja lugar a dudas en cuanto el lugar de procedencia: “La Cibeles”.

Desde una nave en el Polígono Industrial Ventorro del Cano, en  Alcorcón, pretenden ir ganando cuota de mercado, “sobre todo de los muy cerveceros”, porque posiblemente estamos ante una cerveza de culto. Y no una, sino nueve, ya que su apuesta inicial es de casi diez tipos que van desde la rubia tradicional a la negra “de cuchillo y tenedor”. David lo tenía claro desde el principio y desoyó a quien les aconsejaba salir sólo con una única clase y, tras asentarte y que la marca comience a ser conocida, ir ampliando la gama. Pero Castro, impaciente quizás por ver embotella su dilatada experiencia casera, decidió que  era más fácil ir haciendo adeptos con un ramillete de opciones.  No obstante, la idea, a medio plazo, es llegar a tener en el mercado hasta doce o catorce tipos de cerveza. Pero la cosa no se queda ahí, con el tiempo  se pretende, también, fabricar lo que David llama “cervezas de temporada”, de tirada limitada, propias para determinadas estaciones del año.

Equipos de diseño propio

Otras de las singularidades de esta apuesta está en los elementos de fabricación, diseñados por este hombre orquesta del arte cervecero. “No quería  -asegura David-  maquinaria extrajera, para darle un tinte más local, más propio al proceso de elaboración. Pero, desgraciadamente, no encontré equipos  españoles, tienen que ser ingleses, franceses, alemana, italianos, checos,… Además, necesitaba equipos que fueran polivalentes para poder fabricar todas las variedades de cerveza; también estaba el precio, eran bastantes caros no ya los nuevos, sino los de segunda mano”.

La solución la encontró pronto. David metió en una mochila su experiencia, abrió las entendederas y se recorrió, primero, Europa visitando fabricas de cerveza (Escocia, Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica,…). Posteriormente, fijó su mirada en Asia y marchó a Corea a conocer equipos del país así como chinos y japoneses. Con su libreta  (que en su caso será electrónica por aquello de su procedencia profesional) llena de apuntes, regresó a Madrid, aglutinó ideas, estudió las características de los distintos equipos, las puso en consonancia con su experiencia, y concluyó que en el mercado no existía lo que él necesitaba, un equipo versátil para fabricar los distintos productos que tenía en mente.

Pero ni siquiera esto le hizo desistir en el empeño de hacer lo que quería y como quería. Y así, David se puso a diseñar sus propios equipos cerveceros. Una vez terminada la tarea, encontró en Albacete quien se los fabricara y… el resultado es que todo funciona como un reloj.

Los ingredientes

Un segundo paso sería encontrar proveedores para los ingredientes. Tampoco fue sencillo. “Como en el caso anterior –señala David- me di de bruces con la realidad española”. La malta de cebada que es el ingrediente principal de la cerveza podría proporcionársela una maltería que tiene a escasos seis kilómetros, pero he aquí que la tonelada sube hasta los 600 euros y en Bélgica la puede conseguir mucho más barata. “No me explico como en España que es un país de cereales, esta materia prima tiene que costar más que en Bélgica donde los costes de producción son mucho más altos”. Así las cosas, con gran irritación por su parte, tiene que volver a mirar hacia fuera de nuestras fronteras en este proceso de montaje de la fábrica. Pero como quiera que traer la materia prima de centro Europa tiene un coste, al final alterna el uso de la malta nacional con la extranjera buscando el mejor precio posible para no encarecer la producción.

Otro de los ingredientes, el lúpulo lo adquiere en la provincia de León para la cerveza rubia y para el resto de las cervezas y para aromas y sabores, alterna el producto nacional con lúpulos ingleses, alemanes y estadounidenses. “Es una pena -se queja también en este punto David- que aquí con la climatología que tenemos, no se plante todo tipo de lúpulo, y no sólo el que demandan las grandes cerveceras: Si la variedad se da bien, podríamos  exportar todo tipo de lúpulo compitiendo en calidad”. La consecuencia es que también esto encarece el producto.

Agua del Canal de Isabel II

Y, finalmente,  el agua. Y con este ingrediente no hay ya ningún problema. “El agua -dice con orgullo David, que echó los dientes en Madrid- es de aquí, del Canal de Isabel II que es estupenda”.

La Cibeles está produciendo en la actualidad 180.000 litros anuales (540.000 botellas de 33 cl). Aunque tiene capacidad para fabricar hasta 440.000 (1,5 millones de botellas). Se puede encontrar en tiendas, grandes superficies, bares, restaurantes y pubs especializados). El precio oscila entre 2€ y 2,10€, en tienda, y  3 € y 3,5, para bares y restaurantes.

Se presenta en botella, color ámbar, de 33 Cl. Y en barriles de 30 y de 50 litros.

La Cibeles es una cerveza para competir con las marcas extranjeras, como la belga Leffe u otras de otros países que ya gozan de tradición y prestigio y a quienes no se le opuso hasta ahora resistencia al no existir un producto similar en España.