Hay dos tipos de personas en el mundo: las que tienen el coleccionismo como hobby, y los que no. Ser coleccionista no se limita a tener unas cuantas curiosidades almacenadas en una cajita, o a guardar unas cuantas monedas de principios del siglo pasado en el fondo del cajón, no.
Ser coleccionista es una afición activa que llena vitrinas, paredes e, incluso, estancias enteras de la persona que construye estas colecciones. Todos hemos visto mercadillos de antigüedades o, incluso, tiendas dedicadas a ello, que suelen ser caldos de cultivo perfectos para que un coleccionista encuentre cosas que de otra manera no habría podido, pero Internet también ayuda mucho a esta peculiar afición, y webs como La Tienda en Casa pueden ser el lugar de encuentro perfecto para seguir ampliando nuestra colección de películas, música o, sin ir más lejos, monedas.
A pesar de que la numismática, la filatelia o la bibliofilia son las formas de coleccionismo más populares, son sólo una pequeña parte de todo el gran espectro que rodea al hobby de la colección, ya que podemos encontrar gente que aglutina enormes colecciones de marca-páginas, camisetas o, los más afortunados, coches. Y esto es posible y real debido a que el coleccionismo es algo inherente a la persona y, por tanto, sus posibilidades son infinitas. Un marino probablemente recolecte conchas de sus viajes, tarros de arena de las diferentes playas que ha visitado… un geólogo recolectará infinidad de minerales en sus diferentes composiciones, y un amante del cine hará acopio de películas en sus diferentes formatos y ediciones… y esto es sólo un ejemplo.
Ser coleccionista, al menos en la mayoría de sus variantes, no tiene por qué ser caro, aunque siempre hay determinadas piezas más cotizadas en alguno de los sectores que son mucho más caras de lo normal, aunque de salida ese objeto valiera menos de un euro. No hace mucho se subastó un cómic de Superman por varios millones de dólares… cuando su precio de salida no rondó el dólar. Los antes citados puntos de lectura en muchos casos corresponden a campañas de márketing, los sellos apenas cuestan dinero (los actuales) y muchos discos de vinilo o de música, bien mirados, se pueden conseguir más baratos que el día en el que salieron al mercado. Pero he ahí otra de las particularidades de ser coleccionista, y es que buscar los objetos de deseo, comparar precios e incluso desplazarse a por ellos, constituye una parte importante de la afición, que suele llevar días e incluso meses de rastreo.
Otro aspecto a tener en cuenta es el del espacio que tenemos disponible para ejercer nuestro hobby, ya que no es lo mismo coleccionar pases de películas que se pueden archivar cómodamente en ficheros, que monedas, que por lo general son muy vistosas y decorativas y necesitan de un espacio expositivo ideal. Al menos las más relevantes, nuestras joyas de la corona, nos gusta tenerlas a la vista, ya que constituyen pequeños tesoros, pequeños logros que suponen haber buscado algo que nos gusta, haberlo obtenido y que, por fin, es nuestro.
