La aparición de los zombies no ha sido repentina. Han pasado siglos desde que el ser humano ha tenido fijación por las historias de los muertos vivientes y en la actualidad, los zombies han dejado de ser parte del mundo especializado y más fanático, para abrirse paso entre tropezones y miradas vacías a la cultura popular.
Pensar en los “clásicos” de la cultura pop no hace muchos años era imaginarse a los actores Marilyn Monroe y James Dean, a la película de La guerra de las galaxias, al cómic de Superman o a alguna boyband del momento. Una de las consecuencias del paso del tiempo del ser humano es la cantidad de legado cultural que define en sí misma las características de la sociedad que se vive en el momento. Si los símbolos más reconocidos de cada época son un fiel representante de la sociedad en cuestión que se está viviendo, ¿cuál podría decirse que es el “clásico” de la actualidad?
Cultura zombie
Las posibilidades que acuden a nuestras mentes son innumerables. No es que vivamos en un momento de auge cultural, es que la cantidad de conceptos e imágenes sociales que creamos son inabarcables por un solo cerebro. Sin embargo, no hace falta escarbar mucho para llegar a ese “clásico” que aglutina todos los demás.
No hemos pasado por alto que bajo el título “una metáfora global del siglo XXI”, los zombies se han adueñado de las jornadas del 7 y 8 de junio de la universidad española de Alicante ¿Verlos protagonistas fuera de los círculos más especializados y totalmente normalizados es sinónimo de que “zombie” es la respuesta correcta?
El mito del muerto que se levanta sin voluntad ninguna, caminando raro y sin posibilidad de articular palabras, tiene sus orígenes en las leyendas haitianas. En la isla, contaban que los hechiceros tenían el poder de devolver a la vida los cadáveres para que hicieran lo que quisiera. La historia sonaba escalofriante e interesante, tanto que se fue desplazando a otros lugares del mundo, hasta que llegó a Estados Unidos, encargado de lanzarlo al estrellato.
La fascinación por los muertos vivientes no es reciente. Ya en la década de los años treinta del siglo XX el cine intentó explotar esta premisa. La primera película sobre zombies se llama La legión de los hombres vivientes. La idea de muertos que no estaban muertos fascinaba al cine de terror y muchos directores como George A. Romero, encargado de La noche de los muertos vivientes o Ed Wood, considerado el peor director de cine de la historia, con su fallido Plan 9 del espacio exterior fueron los visionarios que supieron apostar, de forma más o menos acertada por la carta ganadora.
Clásico del siglo XXI
Las personas avanzan y con ello la tecnología, pero eso no ha hecho que los zombies quedaran desplazados. Por el contrario, se sumaron a nuevas manifestaciones culturales. La saga de videojuegos Resident evil planea su séptima entrega, donde sobrevivir a un desastre mundial por un accidente en un laboratorio es el contexto común para todos sus personajes. La serie de televisión más conocida, The walking dead, sigue explotando a los zombies capítulo a capítulo e incluso la animación y el manga ha utilizado la premisa en historias como Highschool of the dead, donde un grupo de estudiantes de secundaria intentan sobrevivir a toda costa a un apocalipsis zombie. Los juegos de rol en vivo son una de las grandes opciones que inundan no solo Madrid, sino cualquier lugar, para experimentar de primera mano lo que se sentiría en un apocalipsis, donde el único objetivo es sobrevivir.
Son muchas las variantes. Para algunos, son inteligente y rápidos, para otros se comportan de forma estúpida a menos que estén en grupo, han llegado al mundo por la propagación de un horrible virus, quizás castigo divino, puede que para matarlos haya que destrozar su cerebro o simplemente es mejor limitarse a que no te muerdan. La cuestión es que más o menos, todo el mundo se ha puesto de acuerdo en mantener una serie de rasgos comunes para estas criaturas ¿casualidad?
Parece que la universidad de Alicante quiere analizar la figura del zombie como un paralelismo muy claro con el ser humano del siglo XXI, sin motivo claro por el que seguir caminando, enganchado a una pantalla de teléfono móvil. La diferencia, es que esta vez no nos sentimos identificados o queremos ser como ellos, de la misma manera que cualquiera querría tener los poderes de Superman o el encanto de Audrey Hepburn. Por el contrario, el objetivo es no contagiarse, no ser como ellos e incluso destruirlos o buscar una cura.
