El partido Vecinos por Algete se une a la protesta de las organizaciones ecologistas en rechazo a la tala de encinas centenarias en Santo Domingo. La posible ampliación de un aparcamiento deportivo privado ha generado preocupación por el impacto medioambiental en la zona.
La urbanización Santo Domingo, en Algete, se encuentra en el centro de la polémica. La intención de ampliar el aparcamiento de las instalaciones deportivas privadas ha encendido el debate entre vecinos, ecologistas y autoridades. Vecinos por Algete ha alzado la voz para unirse a la denuncia de diversas organizaciones conservacionistas que se oponen tajantemente a la tala de encinas centenarias que, según el proyecto, sería necesaria para llevar a cabo esta ampliación.
El portavoz de Vecinos por Algete, Sergio Velasco, ha recordado que la Ley 8/2005 de la Comunidad de Madrid protege los árboles con más de diez años o con troncos que superen los veinte centímetros de diámetro. Esta normativa prohíbe su tala o arranque en suelo urbano y, en caso de verse afectadas por obras, exige su trasplante. La ampliación del aparcamiento no justifica, según Velasco, un sacrificio de este tipo para el ecosistema local.
Las encinas, guardianas del equilibrio ecológico
Las encinas no son simples árboles, representan un baluarte esencial del bosque mediterráneo. Su valor va mucho más allá de lo ornamental o estético. Estas robustas especies proporcionan refugio y alimento a una amplia variedad de animales, desde pequeños mamíferos hasta aves, insectos y hongos. Además, su sistema de raíces profundas es clave para prevenir la erosión del suelo, ayudando a mantener el equilibrio de un ecosistema que depende en gran medida de su presencia.
Las asociaciones ecologistas, como la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) y la Asociación Ecologista del Jarama El Soto, junto con otros colectivos como GRAMA y Liberum Natura, han sido claros en su postura: la tala de estas encinas es una medida innecesaria y perjudicial. Estos grupos señalan que en lugar de eliminar la cubierta vegetal para crear más espacio de estacionamiento, se debería buscar una solución que integre el aparcamiento con el entorno natural, preservando las encinas para que continúen aportando sombra y vida a la zona.
Las consecuencias del asfalto y el hormigón
Uno de los principales argumentos en contra de la tala de las encinas es el impacto que tendría en el medioambiente local. La tendencia de asfaltar o pavimentar grandes áreas en las ciudades está siendo cada vez más cuestionada. Cubrir el suelo con cemento o asfalto reduce su capacidad de filtrado de agua, incrementando el riesgo de inundaciones, y además contribuye a la elevación de las temperaturas locales. El asfalto actúa como una superficie que absorbe calor, lo que puede provocar microclimas urbanos mucho más cálidos.
Los colectivos ecologistas subrayan que la eliminación de la vegetación en zonas urbanas debe evitarse siempre que sea posible. Las encinas, que han demostrado ser expertas en la adaptación a condiciones difíciles como la sequía, son elementos clave para mitigar los efectos del cambio climático, ayudando a regular la temperatura y favoreciendo la retención de agua en el suelo.
¿Es realmente necesaria la ampliación?
El principal foco de la controversia radica en si la ampliación del aparcamiento es realmente indispensable. Los ecologistas y Vecinos por Algete insisten en que se podrían buscar soluciones alternativas para ampliar la capacidad de estacionamiento sin necesidad de talar árboles centenarios. Las organizaciones sugieren, por ejemplo, rediseñar el espacio existente para hacerlo más eficiente o utilizar materiales permeables que no dañen el entorno natural.
Velasco y los grupos conservacionistas coinciden en que, si bien es comprensible que se busque mejorar las infraestructuras, esto no debería hacerse a costa del medioambiente. La Ley 8/2005 es clara al respecto, y cualquier proyecto que interfiera con el arbolado urbano debe encontrar fórmulas que lo respeten y lo preserven, como el trasplante de los árboles que se vean afectados.
La importancia de proteger las encinas
La encina es mucho más que un árbol. Es un símbolo de resistencia en el bosque mediterráneo, capaz de prosperar en condiciones adversas gracias a su capacidad de retener agua y su resiliencia frente a la sequía. Su rol en el ciclo de nutrientes es fundamental, ya que tanto sus hojas como sus bellotas alimentan a la fauna local y enriquecen el suelo con materia orgánica.
Perder estos árboles no solo afectaría a la biodiversidad local, sino también al equilibrio ecológico de la zona, poniendo en peligro la estabilidad del suelo y la capacidad de este para regenerarse. La protección de estas especies debe ser una prioridad en cualquier planificación urbana o rural, ya que su desaparición tendría consecuencias duraderas en el medioambiente.
El futuro de las encinas en Santo Domingo aún está por decidirse. Mientras tanto, las asociaciones ecologistas y Vecinos por Algete continúan movilizándose para evitar que estas joyas naturales sean arrancadas del paisaje.