El Belén Viviente ‘Villa de Alalpardo’ se prepara para abrir sus puertas en lo que será su vigésimo octava edición. La recreación navideña, considerada ya como una de las más bellas y emotivas de la Comunidad de Madrid, volverá a transformar el Parque Nuestra Señora del Rosario en una auténtica aldea de Belén. Este monumental esfuerzo, que une a cientos de vecinos y voluntarios, podrá disfrutarse las tardes del 25 y 26 de diciembre a partir de las 19:00 horas.
El regreso del Belén Viviente de Alalpardo no es solo un evento; es la culminación de un trabajo en equipo que se extiende a lo largo de meses y que dota de un sentido especial a las fiestas navideñas en la localidad. Este proyecto, que celebra 28 años de historia, ha crecido hasta convertirse en un punto de encuentro que atrae a miles de visitantes cada año. La última edición, celebrada en 2024, confirmó su éxito al recibir a más de 11.000 personas.
La esencia de esta tradición reside en la meticulosa recreación de la aldea de Belén. Los visitantes que se acerquen al Parque Nuestra Señora del Rosario encontrarán un escenario ambientado con la iluminación precisa y el atrezzo adecuado. Lo más destacado, sin embargo, es el elenco humano. Más de medio centenar de escenas se despliegan en el recorrido, mostrando diversos oficios de la época.
El corazón del Belén Viviente: la labor de 200 vecinos voluntarios
Detrás de cada escena, cada detalle y cada figura, hay un compromiso extraordinario de los vecinos. Este Belén es, ante todo, una obra comunitaria. Unos 200 vecinos se movilizan como figurantes y voluntarios, trabajando al unísono para dar vida a la representación. La dedicación es tan intensa que los figurantes consiguen mantenerse con una quietud que los hace parecer «de cera», lo que intensifica la atmósfera mágica y respetuosa del recorrido.
El resultado final es un trabajo pulcro y emotivo que se percibe en cada rincón. Los visitantes de ediciones anteriores suelen coincidir en la misma sensación: el Belén Viviente te deja «sin habla» y genera una fuerte emoción. Es precisamente este sentimiento compartido lo que impulsa a los vecinos a superarse año tras año, buscando que la recreación sea «más grande, más bella, más emotiva» con cada nueva edición. La calidad de la puesta en escena, con sus múltiples oficios recreados, es un testimonio del esfuerzo colectivo.

Cincuenta días de montaje: el esfuerzo invisible
La preparación del Belén Viviente requiere mucho más que la buena voluntad de los figurantes. Para que la Aldea de Belén se levante en el parque, se necesita una fase de montaje prolongada y compleja. Este proceso de creación de los decorados y el montaje se extiende durante, al menos, cincuenta días antes de las fechas clave de celebración.
Esta labor es crucial y exige una coordinación técnica de gran escala. Aunque los vecinos son el alma del espectáculo, la estructura que sostiene la representación es posible gracias al trabajo dedicado de los operarios. Ellos son los encargados de levantar las construcciones, asegurar la iluminación y preparar el escenario para que el día de la inauguración, todo esté listo para que los figurantes tomen sus puestos. Este esfuerzo técnico, que permanece a menudo entre bambalinas, es fundamental para garantizar que los visitantes puedan realizar su recorrido en silencio, disfrutando de las escenas sin interrupciones.

Una experiencia única para la Navidad
El recorrido a través del Belén Viviente es una experiencia inmersiva. El público se adentra en un ambiente de recogimiento y admiración. Los más de 11.000 asistentes de la edición pasada recorrieron en silencio más de medio centenar de escenas, sumergiéndose en el pasado.
La cita para revivir o descubrir por primera vez esta recreación navideña es ineludible. El 25 y 26 de diciembre, a partir de las siete de la tarde, el Parque Nuestra Señora del Rosario será el epicentro de la emoción en la región. El Belén Viviente de Alalpardo no es solo una representación; es una poderosa manifestación de la identidad local, un evento que ha conseguido perdurar en el tiempo y mejorar en calidad y escala. Con 28 años de trayectoria, la tradición se consolida como un pilar fundamental de la Navidad para la localidad y la Comunidad de Madrid.











