Las oficinas comarcales del Cuerpo de Agentes Forestales en la Comunidad de Madrid están en un estado deplorable que pone en riesgo la seguridad y salud de quienes las utilizan. A pesar de las constantes denuncias, la Administración Autonómica parece hacer oídos sordos a la situación.
Un problema que sigue sin respuesta desde 2017
El sindicato CSIF, representante en el ámbito de las administraciones públicas, ha vuelto a denunciar la precariedad en la que se encuentran las oficinas comarcales de los Agentes Forestales. Estas oficinas, distribuidas en 15 puntos a lo largo del territorio de la Comunidad de Madrid, están lejos de cumplir con los estándares básicos de seguridad, salubridad y funcionalidad que requieren los agentes para desempeñar sus funciones. A pesar de que el Plan de Oficinas Comarcales fue presentado en 2017, la Administración, y más concretamente la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, no ha tomado efectivas para solventar el problema.
El Cuerpo de Agentes Forestales, cuya labor se extiende por todo el territorio de la comunidad, requiere oficinas adecuadas para sus funciones de emergencia y vigilancia. Sin embargo, la realidad es que ninguno de estos espacios fue construido para ser una oficina destinada a este tipo de trabajo. En su mayoría, las instalaciones son antiguos chalés, casetas o locales cedidos que no cuentan con las condiciones mínimas necesarias para albergar un cuerpo policial de estas características.
Chalés improvisados y oficinas peligrosas: ¿son estos espacios adecuados?
Uno de los problemas más graves es que muchas de estas oficinas no están preparadas para cumplir con las funciones para las que se utilizan. En Villarejo de Salvanés, por ejemplo, los agentes se ven obligados a aparcar en la calle por falta de espacio en el chalé que se utiliza como oficina. En San Martín de la Vega, el uso compartido de un chalé adosado con otros vecinos provoca constantes conflictos, además de la evidente falta de espacio para el personal y el material necesario.
En Fresnedillas de la Oliva, el panorama es aún más alarmante. El chalé que se alquila como oficina sufre inundaciones en el sótano cada vez que llueve, lo que pone en riesgo tanto la caldera como la instalación eléctrica. En San Martín de Valdeiglesias, los agentes operan desde una casita antigua que no dispone ni siquiera de espacio para aparcar los vehículos oficiales. Este tipo de situaciones no solo dificultan la operatividad de los agentes, sino que suponen un peligro real para su integridad física y la de los ciudadanos a quienes deben servir.
Problemas de salud: más allá de las instalaciones
Las deficiencias estructurales de estas oficinas también afectan la salud de los agentes. En San Lorenzo del Escorial, un estudio reciente reveló la presencia de altos niveles de gas radón en la oficina comarcal, lo que impide a los agentes pasar la noche allí. Esto obliga a realizar las guardias desde casa, lo que compromete gravemente su capacidad de respuesta ante emergencias. La oficina de Cercedilla, por su parte, no solo padece el mismo problema de radón, sino que tampoco tiene acceso a agua potable.
Oficinas antiguas que ponen en peligro a los trabajadores
El problema no se limita a unas pocas oficinas. En Alcalá de Henares, la oficina comarcal está situada en una casa forestal con más de cien años de antigüedad, apenas adaptada para su uso actual. Las oficinas de las Comarcas III y IV, en Buitrago de Lozoya, enfrentan problemas con la legalidad del suministro de agua y carecen de espacio suficiente para los agentes. El acceso a estas también instalaciones es problemático y supone un riesgo tanto para los trabajadores como para el tráfico en las carreteras cercanas.
En La Cabrera, la oficina de la Comarca V está en un local cedido por el Ayuntamiento que no cumple con las exigencias mínimas necesarias. En Villaviciosa de Odón, dos comarcas comparten espacio en unas dependencias obsoletas que sufren constantes problemas de suministro de agua, electricidad y calefacción.
Un problema que afecta a la dignidad del Cuerpo de Agentes Forestales
El panorama es desolador. En muchos casos, estas oficinas presentan un estado de abandono alarmante. Las oficinas de Soto del Real, por ejemplo, están rodeadas de un almacén improvisado que ha degenerado en un vertedero, donde los agentes se ven obligados a esquivar cascotes y tejas caídas. En Colmenar Viejo, los agentes comparten espacio con una guardería y la oficina ha sido denunciada repetidamente por incumplimiento de las normativas de higiene y salud laboral.
Oteruelo del Valle, donde se encuentra la oficina de la Comarca I, representa la cúspide del deterioro. Los agentes trabajan hacinados en una antigua casa del maestro, un espacio reducido que apenas cumple con las necesidades mínimas de un cuerpo que requiere instalaciones dignas para ejercer sus funciones.