El auge de las bebidas energéticas: ¿cómo afectan a la salud de los jóvenes españoles?

El mercado de las bebidas energéticas es uno de los de mayor crecimiento a nivel global, solo por detrás del agua embotellada. Según un estudio realizado a nivel mundial, más de la mitad de los adolescentes consume estas bebidas al menos una vez por semana. En España, casi el 40 % de los jóvenes entre 14 y 34 años las consumen regularmente, con una tasa alarmante del 50 % entre los adolescentes de 14 a 18 años. Sin embargo, solo una pequeña fracción de este grupo reconoce los riesgos para la salud, lo que refleja una falta de conciencia sobre los peligros que conlleva su consumo excesivo.

Los ingredientes que esconden riesgos para la salud

Las bebidas energéticas suelen contener cafeína, taurina, azúcar y vitaminas del grupo B, ingredientes que pueden proporcionar un impulso rápido de energía. Sin embargo, estos componentes tienen efectos secundarios que pueden poner en peligro la salud a largo plazo. La cafeína, en niveles elevados, está vinculada a problemas cardíacos, insomnio, ansiedad y aumento de la presión arterial. El consumo excesivo de azúcar, además, favorece el desarrollo de obesidad y aumenta el riesgo de diabetes tipo 2. Sin contar con los efectos más graves como los trastornos cardiovasculares que se pueden desencadenar por su abuso.

La mezcla peligrosa con alcohol y otras conductas de riesgo

Uno de los mayores peligros del consumo de bebidas energéticas es la tendencia a combinarlas con alcohol, una práctica que se ha disparado entre los jóvenes. En el caso de los adolescentes, un 32 % mezcla regularmente estas bebidas con alcohol. Esta combinación puede ser peligrosa, ya que las bebidas energéticas enmascaran los efectos sedantes del alcohol, lo que puede llevar a consumir mayores cantidades y a una falsa sensación de sobriedad. Esto incrementa los riesgos de intoxicación, accidentes y conductas imprudentes, como conducir bajo los efectos del alcohol.

Pero los riesgos no se limitan al consumo de alcohol. Las bebidas energéticas también están vinculadas al aumento del vapeo. De hecho, los jóvenes que consumen bebidas energéticas tienen 3,8 veces más probabilidades de ser usuarios frecuentes de cigarrillos electrónicos. Esta relación entre las bebidas energéticas y el vapeo refleja un patrón de conductas de riesgo que va más allá de los problemas físicos y afecta también a la salud mental y emocional de los jóvenes.

El poder del marketing: una estrategia que influye en los jóvenes

Las bebidas energéticas se promocionan mediante un marketing agresivo, especialmente a través de redes sociales como Twitch, YouTube y TikTok. En estos espacios digitales, las marcas asocian sus productos con valores como la diversión, el éxito y la aventura, atrayendo a una audiencia joven que busca identificarse con estos ideales. Un estudio reciente mostró que el 78,4 % de los usuarios de Twitch en España identificaron publicidad de bebidas energéticas durante transmisiones en vivo, lo que refuerza aún más la idea de que consumir estas bebidas es parte de un estilo de vida moderno y excitante.

¿Qué se puede hacer ante este problema de salud pública?

El consumo de bebidas energéticas ha sido identificado como un problema de salud pública debido a los riesgos asociados y la falta de conciencia entre los jóvenes. Mientras algunos países como Polonia han optado por medidas regulatorias, como la prohibición de la venta a menores de 18 años, en España aún no se ha adoptado una postura más estricta. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda que las latas de bebidas energéticas no superen los 250 ml, pero esta medida es insuficiente si no se acompaña de una educación integral sobre los peligros de su consumo.

La importancia de la educación y la prevención

A pesar de las advertencias de los expertos, el consumo de bebidas energéticas sigue en aumento. La falta de información y la presión social juegan un papel clave en la toma de decisiones de los adolescentes y jóvenes. Es esencial incorporar programas educativos que informen sobre los efectos adversos de estas bebidas y que promuevan hábitos de vida saludables. Solo así se podrá mitigar el impacto negativo de estas sustancias y reducir su consumo entre la población joven.

En resumen, el consumo de bebidas energéticas entre los jóvenes es una tendencia alarmante que debe ser abordada desde múltiples frentes: regulaciones más estrictas, mayor transparencia sobre los riesgos de estos productos y, sobre todo, una mayor educación para crear una conciencia colectiva que permita a los jóvenes tomar decisiones más informadas sobre su salud.

Paula de Marcos Aragón
Paula de Marcos Aragónhttp://www.cronicanorte.es
Paula de Marcos Aragón, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Algete. Es redactora en Crónica Norte desde 2021.

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