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Incendio en Peñalba de la Sierra: del estallido en el Pico del Lobo al respiro de las lluvias

El fuego declarado en el Pico del Lobo obligó a evacuar poblaciones en Guadalajara y Segovia, calcinó miles de hectáreas y puso en jaque a los equipos de emergencia

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La primera detección del incendio se produjo en la zona del Pico del Lobo, a más de 2.200 metros de altitud. Los servicios de emergencia apuntaron como causa probable un rayo, aunque la investigación continúa abierta. La localización, en una ladera abrupta y de difícil acceso, complicó desde el primer momento el ataque terrestre, obligando a recurrir de inmediato a medios aéreos.

Según los primeros partes de INFOCAM y la Junta de Castilla-La Mancha, las estimaciones iniciales situaban la superficie afectada en unas 550 a 700 hectáreas. Una cifra que no dejó de crecer en los días siguientes, conforme avanzaban las llamas por masas de pinar y matorral.

Escalada a Nivel 2 y primeras evacuaciones

A medida que el incendio se expandía, la Junta de Castilla-La Mancha declaró el Nivel 2 de emergencia, lo que permitió solicitar refuerzos estatales e interautonómicos. En paralelo, se movilizó a la Unidad Militar de Emergencias (UME), que desplegó efectivos en la zona.

La magnitud del fuego obligó a decretar evacuaciones preventivas en los pueblos de Peñalba de la Sierra y Cabida, con el objetivo de garantizar la seguridad de los vecinos. La carretera GU-187 quedó cortada y se restringió el acceso al Hayedo de Tejera Negra, un espacio natural protegido de gran valor, para evitar riesgos a visitantes y excursionistas.

Incendio

El salto a Segovia: Riofrío de Riaza y La Pinilla, en alerta

Con el viento como aliado, las llamas cruzaron la frontera provincial y llegaron a la vertiente segoviana. En este punto, la Junta de Castilla y León también activó el Nivel 2, y decretó desalojos preventivos en Riofrío de Riaza y en la urbanización próxima a la estación de esquí de La Pinilla, con el objetivo de proteger a la población en caso de que el fuego avanzara hacia zonas habitadas.

Carreteras como la SG-112 tuvieron que ser cerradas por la densidad del humo. La extensión del fuego en este sector fue especialmente preocupante por la cercanía a zonas residenciales y turísticas, lo que añadió tensión a la gestión de la emergencia.

La batalla contra las llamas: más de 500 efectivos y decenas de aeronaves

El dispositivo llegó a contar con entre 200 y 500 profesionales en distintos momentos, entre ellos bomberos forestales, brigadas helitransportadas, retenes terrestres y efectivos de la UME. En el aire trabajaron helicópteros y aviones anfibios, con cifras que oscilaron de 10 a más de 30 aeronaves, dependiendo de las condiciones de vuelo.

Las labores no se limitaron a sofocar llamas: hubo que proteger viviendas, cortar accesos, y asegurar que el fuego no alcanzara infraestructuras sensibles. La dureza del terreno dificultó el trabajo y provocó que algunos efectivos resultaran afectados por la inhalación de humo, aunque sin consecuencias graves.

Cifras variables: entre 1.800 y 3.000 hectáreas calcinadas

Uno de los puntos más llamativos de este incendio ha sido la variación en las cifras de superficie afectada. Según las fuentes y el momento de la actualización, se han publicado estimaciones de 1.300, 1.800, 2.400 e incluso cerca de 3.000 hectáreas arrasadas.

La diferencia se debe a los métodos de medición y a la evolución de los frentes activos. Lo cierto es que se trata de uno de los incendios más graves de la temporada en la Sierra Norte, con un fuerte impacto medioambiental en pinares de montaña y zonas de especial interés ecológico.

El respiro de la lluvia y el regreso de los vecinos

Las precipitaciones registradas en la madrugada del 28 al 29 de septiembre ofrecieron un respiro inesperado a los equipos de extinción. La humedad redujo la intensidad de los frentes y permitió consolidar líneas de control. Gracias a esta mejora, las autoridades autorizaron el regreso de los vecinos evacuados en la vertiente segoviana, aunque con la advertencia de mantenerse atentos a la evolución.

Aun así, el incendio no se considera totalmente extinguido: se mantienen efectivos en el terreno para rematar los focos y evitar reproducciones, especialmente en áreas de difícil acceso.

Un balance en construcción

Se espera que en los próximos días se actualice la cifra oficial de hectáreas calcinadas y se avance en la investigación de la causa. Lo que sí es seguro es que el incendio de Peñalba de la Sierra y el Pico del Lobo ha dejado una huella profunda en la Sierra Norte y ha recordado la vulnerabilidad de estos espacios naturales frente a los grandes fuegos.

La combinación de orografía, sequedad acumulada y viento convirtió este incendio en un desafío mayúsculo para los servicios de emergencia. La respuesta rápida, la colaboración entre los vecinos y la llegada de la lluvia han evitado consecuencias mayores en núcleos urbanos, pero el daño ambiental tardará años en cicatrizar.

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