En el momento en el que empieza a aparecer el buen tiempo con el cambio de estación, allá por primavera, hay muchos que se alegran de que así sea por poder ir menos abrigados por la calle y disfrutar de más tiempo al aire libre. Al tiempo, hay otros que se temen lo peor a sabiendas de que muchas de sus alergias están por venir.
Se calcula que, en general, cerca de 8 millones de personas sufren algún tipo de alergia en España. Es decir, que uno de cada cuatro españoles cuenta con esta problemática. Pese a que se suele asociar más a esa época del año lo cierto es que los expertos apuntan a que las llamadas alergias de invierno son, cada vez, más agresivas en el país lo cual quiere decir que hay que prepararse ante ellas sea el momento del año que sea para no padecerlas en exceso.
Uno de los procederes más extendidos pasa por aplicar tratamientos sintomáticos que responden a los síntomas que ya desencadena la alergia en cuestión. El problema con este tipo de métodos es que requieren de la toma de una medicación a largo plazo y, además, sólo son eficaces cuando se están tomando. La alternativa a esto pasa por la inmunoterapia contra la alergia que, a diferencia de los tratamientos sintomáticos, no crean tolerancia al alérgeno.
Lo que el concepto de inmunoterapia trata de conseguir es que el sistema inmunológico de la persona que padece una alergia sea desensibilizado ante ella. Al conseguir reducir esa sensibilidad a determinados alérgenos, los síntomas también disminuyen. Lo más interesante de este método es que se consiguen eliminar, de forma duradera, los síntomas de la alergia que se trata y, además, funciona en la prevención de nuevas alergias, y del desarrollo del asma.
Tratamiento de inmunoterapia ante las alergias
Quienes estén interesados en este tratamiento han de saber que consiste en la vacunación. Lo que se le inyecta al paciente son los alérgenos que causan esos síntomas de alergia, pero previamente modificados para conseguir que éstos sean hipoalergénicos.
Para saber qué tipo de vacunación se requiere en cada caso lo primero que hay que hacer es una evaluación médica con análisis de sangre, así como con pruebas de alergia en la piel. Una vez esto queda claro, la primera fase es la que se denomina de acumulación y en ella lo que se hace es aplicar dosis, cada vez mayores, para obtener la cantidad deseada en cada caso, observando la sensibilidad que se tiene a los alérgenos que se requieran.
El especialista, en este caso el alergólogo, es el que determina qué es mejor en cada caso, si dosis más bajas durante más tiempo o dosis más potentes en un periodo más pequeño. En el momento en el que se alcanza la dosis idónea se pasa a la fase de mantenimiento en la que se incrementa la frecuencia de las inyecciones. Por lo general este tratamiento suele durar entre 3 y 5 años. Lo bueno es que, pese a parecer mucho tiempo, en una gran cantidad de los casos esto supone una remisión duradera de los síntomas.