Los llamativos términos como “súper jugoso” o “extratierno” en los productos cárnicos envasados esconden algo más que calidad. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), detrás de estas atractivas promesas comerciales se encuentran grandes cantidades de agua añadida y una combinación de aditivos que podrían no ser tan beneficiosos para nuestra salud.
La OCU ha analizado diferentes productos cárnicos envasados que se venden bajo promesas de jugosidad y ternura. Se trata de carnes de cerdo y aves, marinadas, adobadas o preparadas al ajillo, así como algunos filetes que, a simple vista, no parecen contener aditivos. Sin embargo, todos ellos incluyen agua infiltrada y una lista de ingredientes adicionales que va más allá de lo necesario: sal, azúcar, estabilizantes y conservantes como el nitrito sódico (E-250) o el glutamato (E-621), asociados a riesgos para la salud.
De hecho, el estudio revela que estos elementos pueden representar entre el 5% y el 40% del peso total del producto. Esto significa que, en muchos casos, se paga agua al precio de carne fresca, algo que pocos consumidores consideran al comprar.
Aditivos bajo la lupa
Aunque cumplen con las normativas vigentes, los aditivos presentes en estos productos plantean preocupaciones. Según la OCU, compuestos como los trifosfatos (E-451) o el glutamato (E-621) no solo alteran las propiedades del producto, sino que están relacionados con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2 y el cáncer colorrectal. Además, estos preparados no son recomendables para personas que siguen dietas bajas en sal o buscan opciones más saludables.
Carne fresca versus carne procesada
El Reglamento Europeo de Productos Cárnicos establece una diferencia clara entre la carne fresca y los preparados cárnicos. Sin embargo, en los supermercados ambos productos suelen compartirse en el mismo espacio, lo que puede generar confusión entre los consumidores.
La OCU insiste en que estos productos deberían etiquetarse de forma más clara, indicando en el frontal del envase la frase: “Producto con agua añadida”, para que los consumidores puedan distinguirlos fácilmente de la carne fresca 100%. Además, recomienda priorizar siempre los productos frescos, que son más saludables y no contienen los aditivos presentes en los preparados envasados.
¿Realmente son más jugosos?
Curiosamente, el agua y los aditivos añadidos a estos productos cumplen su función incluso al cocinarlos. Según el análisis, no pierden necesariamente más agua que la carne fresca durante la cocción, algo que podría reforzar la percepción de jugosidad. No obstante, el problema radica en la calidad nutricional y el precio que se paga por un producto que no es carne al 100%.
Una cuestión de bolsillo y salud
El aumento de precios en los alimentos básicos ha llevado a un 54% de los consumidores a reducir su compra de carne fresca, según una encuesta de la OCU. Ante esta situación, la organización urge al Gobierno a aplicar un IVA del 0% a la carne y el pescado frescos, una medida que facilitaría el acceso a estos productos esenciales.
Además, la OCU aconseja a los consumidores desconfiar de las etiquetas con términos como “extratierno” o “muy jugoso” y revisar detenidamente la lista de ingredientes antes de comprar. Una decisión informada no solo ayuda a proteger la economía familiar, sino también la salud a largo plazo.