Según un estudio, empezar a beber alcohol entre los once y los trece años aumenta el riesgo de experimentar síntomas de malestar en comparación con aquellos cuyo inicio se sitúa a partir de los dieciséis años.
Cada vez es más habitual el consumo de alcohol entre los más jóvenes y la práctica del botellón. Desgraciadamente, hoy podemos ver a niños de 13 y 14 años emborrachándose un viernes por la tarde. Sin embargo, estos no son conscientes de los daños que puede causarles a la larga.
Un estudio realizado por científicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad de Santiago de Compostela con 3.696 estudiantes universitarios de dieciocho años revela que empezar a beber alcohol a una edad temprana se asocia con un aumento de los síntomas psicopatológicos, es decir, de indicios que apuntan a la posibilidad de padecer una alteración psicológica en el futuro.
El estudio revela que empezar a beber alcohol entre los once y los trece años aumenta el riesgo de experimentar síntomas de malestar en comparación con aquellos cuyo inicio se sitúa a partir de los dieciséis años. El síntoma más frecuente registrado por los adolescentes fue la somatización, que implica experimentar sensaciones de malestar corporal relacionadas, sobre todo, con dolores musculares, alteraciones respiratorias y gastrointestinales.
Ansiedad, depresión o sensibilidad interpersonal
Los participantes, entre los que no figuraba ningún abstemio, tuvieron que rellenar cuestionarios anónimos donde se les preguntaba por la frecuencia de consumo de alcohol, la edad de inicio y cuestiones encaminadas a determinar en qué medida sufrían algunos de los nueve síntomas seleccionados.
El estudio revela que empezar a beber alcohol entre los once y los trece años aumenta el riesgo de experimentar síntomas de malestar en comparación con aquellos cuyo inicio se sitúa a partir de los dieciséis años. El síntoma más frecuente registrado por los adolescentes fue la somatización, que implica experimentar sensaciones de malestar corporal relacionadas, sobre todo, con dolores musculares, alteraciones respiratorias y gastrointestinales.
Otros síntomas comunes fueron la hostilidad y la agresividad, lo que conlleva una mayor propensión a manifestar ideas o comportamientos violentos hacia otros o hacia sí mismos.
Además, en los resultados también se desprenden diferencias en función del género. “Las mujeres mostraron signos de ansiedad y depresión, mientras que los hombres reflejaron un cierto grado psicoticismo”, explica Luis Miguel García Moreno, investigador del departamento de Psicobiología de la UCM y coautor del trabajo, publicado en Psicothema.
En general, ellas registraron valores más altos de los indicadores lo que, según el psicólogo, puede indicar una mayor vulnerabilidad de las adolescentes a los efectos del alcohol.