La noche del sábado 6 de diciembre la carretera de Colmenar Viejo se convirtió en el escenario de una pesadilla: un conductor kamikaze sembró el pánico en la vía. Tres vidas pendieron de un hilo tras una colisión frontal, pero la tragedia mortal fue esquivada por la intervención decisiva y silenciosa de un profesional. La actuación de este Guardia Civil de paisano fue más allá del deber, coordinando el caos y prestando auxilio vital en los minutos más críticos.
La carretera M-607, vital arteria que conecta la capital con municipios clave del norte de la Comunidad de Madrid como Colmenar Viejo, Tres Cantos y Soto del Real, es conocida por su alto volumen de tráfico, especialmente en las horas punta. La noche del sábado 6 de diciembre, cerca de las 21:00 horas, la vía se encontraba en un tránsito moderado, pero la tranquilidad se rompió abruptamente. Un vehículo irrumpió en la calzada en sentido contrario, circulando a gran velocidad y en la oscuridad, creando una situación de riesgo inminente y pavor entre los conductores que se lo encontraban de frente.
El impacto brutal en Fuencarral
El punto kilométrico 13, a la altura del barrio de Fuencarral, fue el lugar exacto donde ocurrió la inevitable colisión frontal. El conductor kamikaze impactó de lleno contra otro turismo, dejando ambos vehículos destrozados y a sus tres ocupantes gravemente heridos y atrapados. El estruendo del choque y los restos esparcidos por la calzada generaron un bloqueo total y un ambiente de confusión y miedo entre los conductores que llegaban al lugar.
La aparición del primer interviniente clave
En medio de la oscuridad y el humo, un hombre, que resultó ser un Guardia Civil fuera de servicio, se apeó de su coche. Viajaba en ese momento como un ciudadano más, de regreso a su casa en Colmenar Viejo, pero su formación profesional tomó el control de la situación al instante. Sin dudarlo, y sin esperar a la llegada de nadie más, se convirtió en el único punto de calma en el epicentro del accidente. Esta actuación inmediata fue el factor diferencial que, según los expertos en emergencias, salva vidas.
Priorizar la atención a los heridos y asegurar la respiración
La primera acción del agente fue dirigirse a los coches siniestrados. Pese al riesgo de incendio y a los daños estructurales, se enfocó en las tres víctimas –el conductor temerario y los dos ocupantes del otro vehículo–. Lo primordial fue evaluar su estado de consciencia y, sobre todo, asegurar que pudieran respirar. Se sabe que el agente realizó maniobras básicas de primeros auxilios y de control de hemorragias, estabilizando a los heridos hasta la llegada de personal médico.
La perfecta coordinación con los servicios de emergencia
Una vez asegurados los heridos, la siguiente fase crítica fue la coordinación de la ayuda externa. El agente tomó su teléfono y realizó la llamada a los servicios de emergencia (112). Lo crucial no fue solo el aviso, sino la precisión milimétrica de la información que proporcionó: la ubicación exacta, el número de vehículos implicados, la gravedad aparente de los heridos y, vitalmente, el acceso más adecuado para las ambulancias y los bomberos. Esta comunicación clara permitió que los equipos de SUMMA 112 y los Bomberos de la Comunidad de Madrid llegaran al lugar sin demoras innecesarias.
El ‘pasillo de vida’ organizado entre el caos
Con los servicios de emergencia ya en camino, el tráfico estaba completamente colapsado y bloqueado en ambos sentidos. El Guardia Civil, con su autoridad natural y sin necesidad de uniforme, se dirigió a los conductores que estaban parados y atemorizados en la retención. De forma organizada y metódica, les indicó cómo debían mover sus vehículos para abrir un «pasillo de seguridad» en la calzada.
Un ejemplo de servicio público y anonimato
La actuación de este profesional ha sido reconocida en el ámbito local y por distintas asociaciones que abogan por la seguridad vial. Su intervención destaca la vocación de servicio que acompaña a los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, incluso cuando están fuera de su horario de trabajo. Lo más notable es que, tras realizar esta gesta que evitó víctimas mortales, el agente se ha mantenido en un silencio ejemplar. No ha trascendido su identidad, priorizando la discreción sobre el reconocimiento público. Los heridos, una vez rescatados, fueron trasladados a hospitales cercanos con pronóstico grave, pero fuera de peligro vital gracias a los primeros minutos de asistencia.
