En estos días de confinamiento por la crisis sanitaria del coronavirus, son muchos los padres que buscan en cada momento como mantener entretenidos a los niños. Para aquellos amantes de la ciencia o que quieran sorprender a sus hijos y entretenerles mientras aprenden cosas nuevas, aquí puedes encontrar 6 experimentos científicos sencillos de hacer en casa.
Estudios recientes han demostrado que los niños piensan como científicos. Es decir, su forma de razonar y experimentar —la elaboración de hipótesis y su comprobación, a través del método del ensayo y error. Por ese motivo, y por la curiosidad propia de los menores por descubrir el mundo, los experimentos son tan atractivos para ellos.
Experimentos sencillos con objetos cotidianos
Para ello, no hacen falta instrumentos especializados ni materiales difíciles de conseguir con el fin de llevar a cabo experimentos en el hogar. Por el contrario, algunos elementos de uso cotidiano permiten realizar pruebas que sorprenden y desafían la intuición de los más pequeños, estimulan su desarrollo cognitivo y despiertan aún una mayor curiosidad por incorporar conocimientos nuevos.
El plato mágico: el coronavirus huye del jabón
En estos momentos en el que el jabón se ha convertido en el mejor aliado para combatir el coronavirus, los niños deben saber hasta qué punto el uso del jabón es la mejor medicina. Si se pone un plato con agua y el virus (puede ser pimienta molida), se puede ver cómo en un instante desaparece el patógeno por arte de magia cuando se echa jabón. De esta manera, los niños se divierten recibiendo la mejor lección durante el confinamiento.

El volcán en erupción
La química ofrece muchas posibilidades para realizar experimentos caseros, ya que el comportamiento de la materia es, a menudo, sorprendente. Un caso es el que se produce cuando se mezclan dos materiales que se pueden encontrar en cualquier cocina: bicarbonato de sodio y vinagre.
El resultado es una espuma que enseguida gana volumen. Si se encuentra en un recipiente, pronto tiende a elevar su nivel y, en ciertos casos, a rebosar y derramarse. Esta experiencia gana mucho atractivo si se crea una maqueta de un volcán para hacer que entre en erupción. Las leyes de la física y la química desafían la intuición, y dejan atónitos a los niños
Para ello, hay que tomar una botella de plástico y recubrirla de arena, arcilla u otro material, de tal modo que asuma la forma de un volcán (es decir, como una montaña) y que su boca constituya el cráter. En su interior se colocan dos cucharadas de bicarbonato de sodio, como también dos cucharadas de jabón líquido (que dará más densidad y volumen al resultado) y una cucharada de colorante para comidas, de color rojo.
Hecho esto, solo resta echar en el recipiente medio vaso de vinagre, y esperar. Despacio, la espuma rojiza subirá su nivel, alcanzará el cráter y comenzará a desbordarse, igual que la lava cuando un volcán entra en erupción y da lugar a uno de los espectáculos más fascinantes de la naturaleza. En YouTube hay muchos vídeos donde se puede observar este experimento en acción: este es uno de ellos.
La moneda que desaparece
Esta es una especie de ilusión óptica. Las leyes que intervienen no son las de la química, sino las de la física. El procedimiento es muy simple: se coloca una moneda sobre la mesa y, sobre ella, un vaso de cristal transparente, vacío, con la boca hacia arriba. Encima del vaso hay que poner un plato, de forma que la moneda solo sea visible a través de las paredes del vaso.
Después de que el niño vea la moneda a través de las paredes del vaso, se retira el plato y se vierte agua en el vaso hasta llenar unas tres cuartas partes de su capacidad. Y se vuelve a colocar el plato encima.
¿Qué pasa? La moneda ha “desaparecido”. Lo que ocurre, en realidad, es que se ha hecho invisible, debido a la refracción, es decir, a causa de la modificación que sufre la luz al propagarse a través de un medio distinto del aire. Como esto no es un truco de magia para niños, la moneda sigue allí, bajo el vaso. En este vídeo se aprecia una demostración del fenómeno.
El agua que no se vuelca
Aquí también entra la física en acción y los niños se quedarán atónitos. Hay que llenar un vaso con agua, bien hasta el borde, y luego taparlo con una pieza de cartulina, cartón pluma o un material similar que sea ligero y liso. Hecho esto, manteniendo la cartulina pegada al vaso por medio de los dedos o una regla, se invierte el vaso, de forma que la boca y la cartulina queden hacia abajo, y se suelta la cartulina.
¿Qué pasa? La cartulina se queda allí, adherida al borde del vaso. En contra de toda intuición, el agua no se vuelca. Esto se produce porque, al haber llenado de agua la capacidad del vaso y colocado la tapa, no queda lugar para el aire. Se genera un efecto de vacío que provoca la adherencia, como se observa en este vídeo. Es posible cambiar el vaso de posición y no habrá modificación.
Para terminar el experimento, se puede desplazar muy poco a poco la cartulina (con el vaso patas arriba). Si se hace con cuidado, caerán algunas gotitas por efecto de la gravedad y algo de aire entrará en el vaso. Este aire será visible desde arriba, pero la cartulina seguirá pegada al borde. Solo cuando se desplace un poco más, el efecto de vacío se perderá: la cartulina se despegará y el agua se derramará.
Huevos que flotan y huevos que se hunden
Experimentos científicos, como el de los huevos que flotan y se hunden, sirven para explicar a los niños conceptos más complejos. Pero para los pequeños, esto también parecerá magia al principio.
Se cogen dos huevos y dos recipientes con agua. Se introduce un huevo en cada recipiente y se advierte cómo uno de ellos se hunde hasta el fondo, mientras que el otro flota en la superficie. Al parecer, los huevos son distintos. Sin embargo, se sacan y se coloca cada uno en el otro recipiente, donde no habían estado. ¡Oh, sorpresa! El huevo que antes flotaba ahora se hunde, y el que antes se hundía ahora flota.

Y es que en realidad los huevos no son distintos, pero sí el agua de ambos recipientes: una tiene sal y la otra no. La presencia de sal en el agua modifica su densidad. La densidad del huevo es mayor que la del agua en condiciones normales, y por eso se hunde. Pero si se añade suficiente sal, la densidad del agua pasa a ser mayor que la del huevo, y por eso este flota.
Para demostrarlo, se puede hacer la experiencia de hundir el huevo en agua normal y luego ir añadiendo sal poco a poco, para ver cómo el huevo parece levitar hasta que llega un punto en el que flota en la superficie. Así lo realizan en este vídeo.
Esta misma explicación vale, además, para que los niños entiendan por qué ciertos objetos flotan, desde un trozo de madera hasta un barco, que está lleno de aire, y otros no, como una pieza de metal o un barco en el que entra agua.
La lata equilibrista
¿Cómo hacer para que una lata de refresco permanezca inclinada en equilibrio, sin que ningún elemento extraño la sostenga? Se les puede demostrar a los pequeños que es posible lograrlo y luego dejarles latas para que ellos mismos lo intenten. Sin embargo, es probable que no lo consigan, porque la lata no puede mantenerse en esa posición, ni llena ni vacía.
Ahí está la clave, para que se conserve en equilibrio, la lata debe contener una cantidad de líquido equivalente a un tercio de su capacidad. De este modo, se logra que el centro de gravedad quede justo por encima del borde donde el cuerpo se apoya.