Buen tiempo y diversión en la acampada de Barrio Vivo. En junio, como ya es habitual, los amigos y socios de Barrio Vivo se han marchado de acampada libre, y dentro del municipio de Algete, junto al río Jarama. El tiempo ha sido magnífico y eso ha propiciado que pasaran mucho más tiempo fuera de las tiendas, en el campo.
La acampada comenzó con la marcha desde Algete hasta la zona de acampada, por el camino del Espinar, atravesando Prado Norte y curzando la M-111 hasta llegar a las lagunas de Las Huelgas. Algunos de los coches porteadores de tiendas y mochilas ya habían llegado. Entre todos comenzaron a desempaquetar tiendas, sacos y colchonetas. En a penas algo más de una hora ya estaba el campamento en pie. En total nueve tiendas de campaña que acogerían a más de 20 campistas, aunque luego se uniría a las actividades más gente aunque no se quedaran a dormir.
Tras devorar las viandas de la comida, los niños tuvieron tiempo para correr, jugar, y conocerse mejor, mientras los mayores reposábamos la comida en una placentera sobremesa a la sombra de los olivos.
Hacia las cuatro de la tarde, apretaba el calor y prepararon juegos de agua, en grupos y por parejas: los chavales tenían que conseguir llenar una jarra con el agua de una esponja que tenían que llevar entre dos compañeros sujeta con el pecho, manos a la espalda. Para partirse de risa: «¡Ay qué frío! ¡Se me cae! ¡Me empapo! Todo eran gritos y carcajadas… Seguimos con competiciones de hulahop, bailes y canciones.
Al descender un poco la temperatura, se pusieron manos a la obra con uno de los principales objetivos de la acampada: batida de limpieza de las lagunas. En varias ocasiones, han realizado más batidas en esta misma zona, y el panorama ya era más esperanzador, bien distinto al de hace una docena de meses. Las fotos del año pasado ilustran muy bien el desastre medioambiental al que nos enfrentamos tras la riada que en marzo del 2013 inundó de plásticos cada centrímetro de vegetación de las lagunas. En esta ocasión recopilaron más de 20 sacos con basuras que el equipo de Geseral se encargará de trasladar al punto limpio.
Lo más divertido de la acampada, al menos para los más jóvenes, fue la velada nocturna: todos en la intimidad de un par de tiendas, contando chistes, anécdotas e historias de miedo, sin padres que molestaran. Los mayores aprovecharon que los niños disfrutaban y continuaron la sobremesa nocturna hasta caer derrotados por el sueño. Ni siquiera el ruido de los aviones pudo desvelarnos.
A la mañana siguiente, les esperaba un rico desayuno para afrontar la siguiente actividad programada: repetían ruta ornitológica con los amigos de Aver Aves, pero esta vez, cambiaron el itinerario, y en vez de rodear las lagunas y subir a la colina-observatorio, les llevaron por el camino junto al río Jarama, donde era más difícil ver las aves, pero mucho más fácil escuchar los diferentes trinos que intentaron diferenciar.
Al volver al campamento, recogieron y pusieron punto y final a una acampada divertida y productiva.
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