¿Cuántas veces nos hemos sentado a escribir y no hemos sabido ni siquiera cómo empezar? Escoger las palabras adecuadas, el qué decir y a quién dirigirse son solo algunas de las complicadas decisiones que trae consigo la redacción.
Además, el asunto se complica enormemente cuando buscamos causar un efecto en el lector, persuadirle con un determinado fin u ofrecerle una imagen convincente de nosotros mismos o de algo que nos pertenece. Estamos hablando de los denominados anuncios; textos que no solo pretenden transmitir un mensaje de forma atractiva, sino que además aspiran a sobresalir de entre sus semejantes a ojos del destinatario. Entre los habituales, uno de los más trascendentes es el de la venta de una vivienda, por el alto coste no solo del producto, sino también de la difusión del propio anuncio. ¿Qué hay tener en cuenta para componer un escrito eficaz? ¿Cómo diferenciarnos de la competencia? ¿Qué contar y qué no contar? A continuación, algunos consejos.
Comenzaremos por la que es, estructuralmente, la primera parte del anuncio, encargada además de atraer la atención del interesado: el titular. Más allá de aparecer con una tipografía destacada (letra más grande y en negrita, por ejemplo), debe ser breve, conciso y claro. Es decir, es recomendable que no supere una o dos líneas y que recoja las palabras clave en relación al inmueble puesto a la venta. Pensemos en aquellos términos que un posible comprador introducirá Google o en la principal característica de la casa.
A continuación debemos escoger y jerarquizar la información sobre nuestra vivienda. Una buena idea es la de comenzar señalando las características más generales: metros cuadrados, ubicación, número de habitaciones y baños. En este momento podemos aprovechar para hacer hincapié en sus principales ventajas, así como listar aquellos extras que diferencian nuestro inmueble de otros: garaje, buhardilla, trastero, calidades y acabados, instalaciones energéticas, etc. Por supuesto, no podemos olvidarnos de incluir el precio y nuestro contacto. Omitir cualquiera de estos dos datos transmite desconfianza.
Tenemos claro el contenido a incluir; ahora bien, ¿cómo redactarlo? Pensemos que la habilidad para convencer al lector, y resultar creíble al mismo tiempo, reside en alcanzar un equilibrio entre objetividad y emoción. Esto es, a la hora de describir nuestro hogar nos ahorraremos los adjetivos calificativos, sobre todo aquellos que resulten especialmente exagerados (“increíble”, “estupendo”, “inolvidable”). Por el contrario, podemos utilizar sustantivos que relaten al lector nuestra experiencia en la vivienda (“comodidad”, “tranquilidad”, “cercanía”). Tampoco incluiremos expresiones del tipo “gran oferta” o “única oportunidad”, por su intención comercial extremadamente evidente.
No mentir acerca de la información del inmueble, emplear correctamente la ortografía y fijar un precio adecuado son otros aspectos fundamentales. Por último, hay que recordar que el anuncio se moverá principalmente en Internet, con ayuda de plataformas como Housell.com. En este sentido, el medio digital invita a añadir recursos que complementen el texto: fotografías interiores y exteriores de la casa, imágenes de los alrededores, mapas de ubicación e incluso vídeos que recreen una visita a la vivienda.