OPINIÓN Ángel Sánchez / Editor Crónica Norte.
El cansancio de los españoles ante los desmanes de la política es evidente. El espectáculo bochornoso de la corrupción, la escalada sin freno de los precios de las necesidades más básicas, el atropello a las libertadas en una “plandemia” que tuvo muchos oscuros, preguntas sin contestar y muertos de por medio. La forzada guerra de Ucrania y sus extrañas repercusiones, la imposición de una “Agenda global” que nadie ha votado y que todos los partidos e ideologías representadas siguen a pies juntillas como si fuera una obligación democrática, un mandato del pueblo. Cuando en realidad es ingeniería social orquestada por las organizaciones precisamente no democráticas…
… Todo esto y muchas cosas más, han acabado por crear el mayor hastío y distancia de la gente hacia los políticos.
Ahora llegan las elecciones locales, la política cercana de andar por casa, la más palpable y evidente, la de la farola, el parque, el colegio y el polideportivo, la de la limpieza de su barrio y la de la biblioteca cercana, la política que atiende de primera mano al ciudadano, la que nunca se debió de contagiar de la caspa y los ventiladores de mierda que ponen en marcha en el hemiciclo de los señores diputados del congreso de la nación.
Ahora que llegan las elecciones para elegir quien administrara “en parte” su ayuntamiento no se olvide a quien vota. Que precisamente no es el que sale en la TV hablando de España, sino al regidor de su consistorio, que tal vez se le cruza por la calle, y a lo mejor ni le conoce, pero es el que intentará mejorar su ciudad o pueblo o en el peor de los casos llenarse los bolsillos y no hacer nada.
Pero: ¿Democracia es esto? ¿Es solo acudir cada cuatro años y depositar el voto confiando en todas las soflamas y promesas vacías que gritan a los cuatro vientos en estos días? ¿No tenemos parte de la culpa de lo que sucede con nuestras vidas por no participar más en la vida social y política de nuestros barrios, pueblos y ciudades? ¿Acaso no hay razones para salir a la calle, manifestarse, protestar, denunciar y hacer patentes nuestro descontento ante los atropellos económicos e injusticias sociales más allá de la barra del bar y la comida familiar?
Todos sabemos que sí, pero muy pocas personas pasan a la acción y ejercen una democracia más activa, más continuada en el día a día. Lo curioso es que el resto se quedan mirando como las vacas al tren. Da igual si ya no pueden comprar carne o fruta para comer, o si además tampoco pueden poner la calefacción. Esas personas alienadas y amansadas siguen el relato único que escupe la sacrosanta televisión y el resto de medios de masas, como si fuera una obligación dictada por el mismo Dios, ni tan siquiera son capaces de osar a pensar lo contrario, para eso ya se ha inventado la palabra canceladora “negacionista” que esos títeres del verdadero poder la usan diestro y siniestro. Ahora tocar votar a su alcalde, repase los programas con criterio, vea lo que han hecho en su entorno y decida Vd. mismo.
Olvide las soflamas y las promesas vacías
y alejadas de la realidad.
