Los recortes en la ayuda internacional al desarrollo, unidos a la presión de la deuda externa, hacen cada vez más difícil que los países del Sur salgan de la pobreza. Sin embargo, la ONG InspirAction afirma que el dinero necesario para acabar con este drama ya existe: sólo hace falta que quienes lo poseen paguen sus impuestos. Para ello nace el Cobrador del Sur.
El Cobrador del Sur, un superhéroe justiciero, cercano y divertido, expone el escándalo de un sistema fiscal mundial que permite a los más ricos del mundo eludir sus responsabilidades, mientras condena a los más pobres a un desarrollo raquítico. Su trabajo: exigir a las multinacionales que proporcionen la información sobre los beneficios que obtienen en cada país y los impuestos que pagan en él.
La crisis financiera mundial ha provocado drásticos recortes en la ayuda internacional al desarrollo. Como consecuencia, la ayuda mundial en 2010 es de 15.000 millones de euros menos que lo prometido en 2005 por las naciones más ricas del mundo en el G8. Al mismo tiempo, los países en desarrollo sufren la presión cada vez más fuerte de la deuda externa.
Si se está reduciendo el presupuesto destinado a la ayuda y se está disparando la deuda, ¿cómo pueden los países en desarrollo sacar de la pobreza a sus ciudadanos? El Cobrador del Sur nace para exigir que se recuperen los miles de millones de euros que se pierden con la evasión fiscal, y que podrían ser la respuesta a esta falta de recursos para acabar con la pobreza.
Con el Cobrador del Sur, la ONG española InspirAction trata de visibilizar la responsabilidad de las multinacionales en el subdesarrollo de los países del sur: InspirAction estima los países más pobres pierden hasta 160.000 millones de dólares al año en concepto de impuestos no pagados por las empresas que operan en ellos.
En los países pobres, los ingresos fiscales sólo cubren una pequeña porción de los gastos de sanidad, educación e infraestructuras, en parte porque la mayoría de los ciudadanos no ganan lo suficiente para pagar muchos impuestos y los gobiernos carecen de recursos para recaudarlos. Por ello, los impuestos que pagan las empresas extranjeras que operan en dichos países son cruciales para mantener un nivel mínimo de bienestar.