«Estamos ante un nuevo asalto a esta importante región del planeta por parte de los intereses económicos representados por el Gobierno de Jair Bolsonaro”, ha declarado Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace España
A punto de cumplir tres meses en el poder, las primeras decisiones de Bolsonaro están enviando señales claras sobre su intención de sacrificar la Amazonía, su población y su biodiversidad en aras de un modelo económico desarrollista caduco y que choca frontalmente con los compromisos internacionales firmados por Brasil.
Acabar con los derechos de los indígenas
Los poderes económicos representados en el nuevo Gobierno quieren un desmantelamiento de la legislación que protege el bosque y los derechos indígenas con el objetivo de abrir la selva a la explotación y extracción de materias primas para el mercado internacional: carne, soja, madera, minerales, etc.
“Brasil tiene el potencial de ser un líder en la reducción del cambio climático, pero Jair Bolsonaro debe comprometerse con una política de deforestación cero en lugar de debilitar la legislación ambiental para permitir la expansión de la agricultura, la ganadería industrial y la minería. El mercado internacional cada vez es más reacio a aceptar aquellas materias primas y productos que proceden de países que contribuyen al calentamiento del planeta», ha asegurado Soto.
Negación de la existencia del cambio climático
Según el Proyecto PRODES (1), la tasa de deforestación de la Amazonía registró en 2018 el mayor valor de los últimos diez años. En este contexto, Brasil ha retirado su candidatura para albergar la Cumbre del Clima en 2019 (COP-25). Además, personas próximas al presidente han realizado declaraciones en las que niegan la existencia del cambio climático, prometiendo colocar al país en contra de los esfuerzos realizados por más de 190 países.
Actualmente hay más de 180 pueblos indígenas diferentes y miles de comunidades locales que habitan en la Amazonía brasileña. Su existencia y forma de vida dependen del bosque, por lo que la lucha contra la deforestación es clave para su supervivencia.
Son los guardianes de la Amazonía: están en primera línea, frente a las poderosas industrias agrícolas, mineras y madereras. A medida que aumenta la tala ilegal y la deforestación, experimentan una dramática escalada de violencia por parte de grupos criminales que invaden y ocupan sus tierras.
La peor crisis de la humanidad
El actual cambio climático es la peor crisis a la que se enfrenta la humanidad. Los planes para permitir una mayor explotación de la selva amazónica no solo son una amenaza para la sociedad brasileña, sino para todo el planeta, y echan por tierra las expectativas de que la temperatura media no supere los 1,5 ºC. La preservación de las selvas tropicales puede contribuir a mitigar la crisis climática.
“Lejos de los discursos utilizados durante la campaña electoral, el nuevo Gobierno de Jair Bolsonaro debería poner en práctica medidas para evitar un aumento de la deforestación en la Amazonía y perseguir los crímenes ambientales. Lo que ya está mal, puede empeorar “, ha concluido Soto.
La organización ecologista lanza mañana una petición global en apoyo a los pueblos indígenas de la Amazonía, en la que invita a unirse a toda la ciudadanía en todo el mundo.