Un avance científico liderado por investigadores españoles marca un antes y un después en la lucha contra una de las infecciones más comunes del planeta. Mediante el uso de la genómica, los expertos han logrado predecir con una exactitud sin precedentes la resistencia a los antibióticos de la bacteria Helicobacter pylori, permitiendo tratamientos personalizados que podrían salvar miles de vidas y prevenir el desarrollo de cáncer gástrico.
¿Sabe usted que más de la mitad de las personas que le rodean, e incluso usted mismo, podrían albergar en su estómago a un huésped invisible y potencialmente peligroso? Se trata de la bacteria Helicobacter pylori, un microorganismo capaz de sobrevivir en el ambiente extremadamente ácido del estómago humano y que se ha convertido en una de las infecciones crónicas más extendidas en la historia de nuestra especie. Aunque en muchos casos no presenta síntomas evidentes de forma inmediata, su presencia prolongada es la responsable directa de la gran mayoría de las gastritis, las úlceras pépticas y, en los escenarios más graves, del aumento significativo del riesgo de sufrir cáncer de estómago. Ante este panorama, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha liderado un estudio pionero que promete cambiar las reglas del juego en la medicina digestiva.
¿Por qué fallan los tratamientos convencionales contra esta bacteria?
Seguramente habrá oído hablar de personas que han tenido que repetir hasta tres y cuatro veces el tratamiento para erradicar la «bacteria del estómago». No es una casualidad ni una falta de cuidado por parte de los pacientes. Como explica Iñaki Comas, profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV), los tratamientos actuales fracasan en aproximadamente uno de cada cuatro casos. El motivo principal es la capacidad de la bacteria para desarrollar resistencia a los antibióticos que solemos utilizar. Cuando un médico receta un tratamiento estándar sin conocer las «armas» defensivas de la bacteria que habita en ese paciente concreto, las posibilidades de éxito se reducen drásticamente. Hasta ahora, los laboratorios dependían del cultivo bacteriano, una técnica que consiste en intentar que la bacteria crezca en una placa de laboratorio para probar qué fármacos la matan. Sin embargo, la Helicobacter pylori es extremadamente caprichosa y difícil de cultivar fuera del cuerpo humano, lo que a menudo lleva a diagnósticos lentos o imprecisos. ¿Es posible que estemos utilizando herramientas del siglo pasado para un reto médico del siglo veintiuno?
La genómica como el nuevo radar de la medicina moderna
El equipo del IBV-CSIC, en colaboración con el National Reference Center for Campylobacters and Helicobacters de Francia, ha publicado en la prestigiosa revista The Lancet Microbe un método que jubila, en cierto modo, a los métodos tradicionales. En lugar de esperar a que la bacteria crezca en el laboratorio, los investigadores han aprendido a leer su código genético. Este enfoque, basado en la secuenciación genómica, permite identificar mutaciones específicas en el ADN de la bacteria que nos dicen, de antemano, si será resistente a fármacos fundamentales como la claritromicina o el levofloxacino. Francisco José Martínez, uno de los autores principales del estudio, resalta un dato asombroso: este nuevo método ha demostrado una precisión del 100% al predecir la resistencia a estos dos antibióticos clave. Esto significa que el médico podría saber con absoluta certeza qué medicamento funcionará y cuál será una pérdida de tiempo y recursos antes de que el paciente tome la primera pastilla.
Un mapa global de la resistencia bacteriana
Uno de los puntos más fascinantes de este trabajo es la creación de un catálogo de mutaciones genéticas. Gracias a este esfuerzo, no solo se puede tratar mejor a un paciente individual, sino que se ha podido estimar cómo de resistentes son las cepas de la bacteria en diferentes partes del mundo. No todos los estómagos son iguales, ni todas las bacterias han evolucionado de la misma forma en Europa que en Asia o América. Este mapa de resistencias es una herramienta vital para la vigilancia epidemiológica. Nos permite entender por qué en ciertas regiones el cáncer gástrico es más prevalente y cómo las estrategias de salud pública deben adaptarse. La investigación ha contado con el respaldo de instituciones internacionales de gran calibre, como el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos y la Fundación Fisabio en la Comunidad Valenciana. Esta red de colaboración internacional subraya la importancia global de un problema que, aunque a menudo ignorado por el gran público, sigue siendo una prioridad para la ciencia de vanguardia.
La herencia positiva de la pandemia en nuestros hospitales
¿Cómo es posible que una tecnología tan avanzada pueda llegar pronto a su hospital de referencia? La respuesta, curiosamente, tiene que ver con la crisis sanitaria del COVID-19. Durante la pandemia, los hospitales de todo el mundo se vieron obligados a invertir en máquinas de secuenciación genética para rastrear las variantes del virus. Según Iñaki Comas, esta infraestructura ya instalada es la que puede permitir ahora integrar el análisis de la Helicobacter pylori de forma rápida y eficiente. Ya no hablamos de una ciencia de ciencia ficción reservada a laboratorios de élite, sino de una realidad técnica que está al alcance de la mano. Álvaro Chiner, investigador en Fisabio, puntualiza que aunque todavía se requiere confirmar la presencia de la bacteria en el paciente, nos ahorramos todos los pasos intermedios de cultivos adicionales que suelen fallar o retrasar el inicio del tratamiento adecuado. Es, en esencia, una optimización de los recursos de nuestro sistema de salud.
Hacia un futuro sin úlceras ni riesgos innecesarios
Para el lector que se encuentra en la franja de los 40 a los 65 años, esta noticia es especialmente relevante. Es en esta etapa de la vida cuando suelen manifestarse con mayor frecuencia los problemas digestivos derivados de una infección de larga duración por esta bacteria. La posibilidad de erradicar la infección al primer intento no solo supone un alivio sintomático inmediato para quienes sufren de acidez, dolor estomacal o digestiones pesadas, sino que es la mejor estrategia de prevención a largo plazo contra patologías mucho más graves. Al evitar que la bacteria siga dañando la mucosa gástrica durante años, estamos cerrando la puerta al desarrollo de tumores y linfomas estomacales. La ciencia española vuelve a situarse en la primera línea de la medicina de precisión, recordándonos que el conocimiento profundo de la vida, en este caso a través del ADN, es la herramienta más poderosa que tenemos para proteger nuestra salud.
Reflexiones para el paciente informado
Ante este escenario, cabe preguntarse: ¿estamos preparados para exigir una medicina más personalizada en nuestras consultas habituales? La transición del «tratamiento para todos» al «tratamiento para usted» es el gran reto de la década. Si bien la tecnología existe y su eficacia está demostrada al 100%, su implementación total dependerá de la agilidad de los sistemas de salud para adoptar estos nuevos protocolos. Mientras tanto, la labor de instituciones como el CSIC y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades sigue siendo fundamental para garantizar que los descubrimientos de laboratorio se traduzcan en una mejor calidad de vida para los millones de personas que conviven con este pequeño pero persistente habitante estomacal.
