El Museo Thyssen-Bornemisza presenta, hasta el 17 de febrero de 2013, la exposición “El Arte de Cartier”, en la que despliega todo el lujo de la famosa firma francesa con una selección de más de 420 piezas de esta Colección, desde sus orígenes hasta nuestros días.
La Colección Cartier supera las 1.450 piezas procedentes de coleccionistas privados, de joyeros o de subastas. «La riqueza del archivo histórico que la Maison ha conservado durante décadas es una parte fundamental de la Colección«, según Pierre Rainero, director de Imagen, Estilo y Patrimonio de Cartier. Por ello cobra también un destacado protagonismo en el recorrido de la muestra.
Formado por bocetos, dibujos, acuarelas y apuntes de extraordinaria belleza, este archivo es un tesoro desconocido por la mayoría del público y ofrece, sin embargo, una información de excepción para entender la Colección en todo su sentido y explicar cómo, para quién y por qué fueron creadas muchas de las piezas.
Joyas únicas
La exposición incluye también algunos préstamos excepcionales, como la diadema estilo Guirnalda perteneciente a la Familia Real Española, regalo del rey Alfonso XIII a la reina Victoria Eugenia en 1920, y que actualmente la Reina Sofía utiliza en actos oficiales.
También, para esta ocasión, el Palacio de Mónaco ha aceptado que sean expuestas varias creaciones Cartier de su propiedad, como las joyas que la Princesa Gracia luce en las fotos oficiales de su boda en 1956, regalos del Príncipe Rainiero III.
Dividida en dos secciones, la primera sala de la exposición presenta joyas variadas de la segunda mitad del siglo XIX con guarnición de plata y oro según la técnica tradicional; es el denominado estilo Luis XVI o Guirnalda que alcanza su punto culminante en 1890 y perdura hasta la Primera Guerra Mundial, y que Cartier revolucionó completamente con la introducción de un metal nuevo en el mundo de la joyería: el platino.
La segunda sección muestra una completa selección de tiaras. Convertida en símbolo exclusivo de la realeza, la diadema o tiara evolucionó a lo largo de los siglos hacia piezas de orfebrería llevadas como insignias de soberanía o alto rango.
Las grandes diademas de Cartier datan de principios del siglo XX y, en su mayoría, son de platino; son encargos tanto de la realeza como de las grandes fortunas de uno y otro lado del Atlántico que rivalizaban en esplendor con la nobleza de las cortes europeas.