La artista conceptual norteamericana Lee Lozano (Newark, New Jersey, 1930- 1999) es objeto de una retrospectiva en la que se aborda su capacidad para entender e incorporar las características de una época que redefinió las condiciones cambiantes del arte y su progresiva desintegración en la vida.
Lozano desarrolló en la década de los años 60 y en sólo doce años una obra radicalmente provocadora, en la que cuestionó todas y cada una de la estructuras impuestas socialmente. Su trayectoria artística coincide con la aparición de los movimientos civiles, antibélicos, el espíritu reivindicativo, libre y desenfadado norteamericano.
La selección de obras presentadas incluye un volumen excepcional de dibujos y pinturas de gran carga erótica realizados entre 1961 y 1963. Estas piezas mezclan órganos del cuerpo y utensilios de trabajo en un híbrido agresivo y devorador. Desde el año 1964 comenzó a utilizar una paleta de colores más austera. Detalles sobredimensionados de herramientas industriales ocuparon entonces los primeros planos, imprimiendo una tensión amenazadora, propia de la cadena de producción en serie. Estos objetos ambiguos de contornos definidos siguen poseyendo una lejana referencia sexual que traslada cierta sensación de riesgo. Alrededor de 1965 se vuelve más abstracta y minimalista, centrándose en lo que la artista denominó “pinturas de energía”. En ellas la experiencia de la espacialidad se consigue mediante la intersección de planos geométricos que generan efectos ópticos.
Lozano comenzó de manera temprana a conceptualizar su práctica pictórica mediante cálculos matemáticos que la llevarían a perforar el lienzo. La rigurosidad y precisión de este método culminó en las Wave Series (1969-1970), obra significativa para sus investigaciones sobre la energía y el impacto de las ondas electromagnéticas. Paralelamente, entre 1968 y 1969, realizó numerosos trabajos lingüísticos de carácter conceptual y performativo, basados en el estricto seguimiento de instrucciones autoimpuestas. Las consecuencias de esta desmaterialización fue Drop Out Piece (1972), un manifiesto desencantado en el que Lozano renunció a formar parte del sistema del arte, dando así fin a su meteórica carrera y apartándola para siempre de la escena artística.