La AEMET ha estudiado las causas de los cambios meteorológicos que se produjeron a finales de agosto y una de las causas es el cambio en la corriente de chorro del Atlántico.
“El pasado sábado 26 de agosto, se inició un cambio significativo del tiempo, que comenzó por el oeste peninsular y que a día de hoy sigue afectándonos. La DANA (Depresión Aislada de Niveles Altos), que se ha posicionado sobre la Península, ha ido provocando fuertes tormentas a su paso con precipitaciones de granizo de un tamaño considerable.
Estas perturbaciones se caracterizan por llevar asociada gran inestabilidad y, además, en este caso existe un alto contenido de humedad extra sobre la Península, captada de la circulación subtropical. Así, en numerosas zonas se han producido chubascos y tormentas fuertes o muy fuertes que, en algunos casos, han ido acompañadas de precipitaciones de granizo de gran tamaño fuertes rachas de viento.
El episodio ha remitido, después de haber afectado prácticamente a todo el país excepto a las Islas Canarias, que han quedado al margen. Unido a esta situación de inestabilidad atmosférica, al paso de la DANA se ha ido produciendo un descenso significativo de temperaturas que ha hecho que las fuertes precipitaciones que acompañaban a las tormentas se fueran convirtiendo en lluvias mansas y generalizadas, que tanta falta hacen.
En el este y noreste peninsular —donde ha tardado más en comenzar la situación— se han estado registrando hasta el miércoles 30 de agosto altas temperaturas. Es allí donde suelen acumularse la mayoría de los episodios importantes y en los que abundan los nidos de tormentas. El jueves 31 se produjeron en Cataluña y Baleares tormentas con intensidades de precipitación muy fuertes, que en el caso de la comunidad catalana fueron además acompañadas por algunas granizadas y gran cantidad de rayos. (En el entorno de Barcelona se llegaron a registrar 600 rayos en media hora, aunque la mayoría cayeron en el mar).
¿Qué diferencia este verano de los demás?
El aspecto que está marcando la diferencia de este verano con respecto a otros años es la sucesión de cambios de tiempo, especialmente en la mitad norte peninsular; a jornadas muy calurosas le han sucedido episodios de tiempo revuelto, con nubosidad abundante, precipitaciones y tormentas acompañadas de numerosas descargas y granizo grande y descensos acusados de temperaturas.
¿Cuál es la posible causa?
La posible causa se encuentra en los niveles altos de la atmósfera. Concretamente, en la corriente en chorro que hace de barrera entre las masas de aire polar (frío) y tropical (cálido). En verano lo más habitual es que el aire fluya a gran velocidad de oeste a este, a lo largo de este chorro, sin apenas variar en latitud, pero este año el chorro ha presentado marcadas ondulaciones, similares a los meandros de un río. Cuando las ondulaciones correspondían al aire tropical cálido, la dorsal anticiclónica propiciaba jornadas muy calurosas y con tiempo en general estable; cuando en la ondulación se encontraba el aire frío, las vaguadas o DANAS provocan inestabilidad atmosférica con descensos acusados de temperatura y fenómenos tormentosos.
Una parte considerable de la precipitación estaba asociada a tormentas que iban acompañadas de gran cantidad de rayos y en muchos casos de granizo que llegó a superar los 3 cm de diámetro en algunos puntos, como por ejemplo la localidad de Rivas en las cercanías de Madrid el pasado día 28.
Lo más significativo de este temporal
Las lluvias han caído con mayor o menor intensidad en toda la Península y Baleares. En el siguiente mapa se refleja la precipitación acumulada en nuestro país (salvo Canarias) desde el día 25 al 31, ambos incluidos.
En muchos puntos, las cantidades recogidas son claramente superiores a la media de precipitación de todo el mes de agosto, aunque hay que decir que este promedio se construye a partir de agostos muy secos, en los que apenas hay precipitaciones, junto con otros en los que unos pocos días de tormenta dejan valores de precipitación elevados”.