Un estudio llevado a cabo un equipo de investigadores de la NASA y la Universidad de California en Irvine (EE UU) afirma que en las últimas dos décadas se han perdido 1,2 millones de km2 de superficies quemadas en el planeta. Esta situación impide la regeneración y proliferación de nuevas especies en espacios naturales, a la vez que incrementa el almacenamiento mundial de gases.
Las áreas quemadas han disminuido un 24% durante los últimos 18 años en todo el mundo, según el mencionado estudio, que también afirma que la reducción del número de fuegos beneficiosos para los ecosistemas se debe al aumento de la actividad ganadera, la expansión de las áreas de cultivo y la construcción de edificios y carreteras, que han fragmentado las praderas y han reducido las zonas de hierba inflamables.
En el estudio, los científicos han analizado desde 1998 hasta 2015 los datos de los satélites Terra y Aqua de la NASA. Los resultados obtenidos muestran que ha habido menos incendios en Centroamérica, Sudamérica, en la estepa Euroasiática y en el norte de África, hogar de leones, rinocerontes y otras especies icónicas que viven en estas sabanas forjadas por el fuego.
“En los últimos 20 años la población mundial ha aumentado en más de mil millones de personas, la actividad ganadera se ha duplicado en muchos lugares y las praderas mantenidas por el fuego están siendo cultivadas”, dice James Randerson, profesor de Ciencias de la Tierra en universidad californiana. “Nuestros datos de incendios son un indicador de la intensa presión a la que el humano está sometiendo a los ecosistemas”.
En estudios previos, los expertos pronosticaban que el ascenso global de las temperaturas aumentaría el riesgo de incendios. Sin embargo, los científicos se equivocaron al no tener en cuenta –entre sus parámetros de modelación– el aumento de la población, ni la conversión de las estepas y pastizales a la agricultura industrial.
Según la investigación, la disminución del número de incendios en el planeta tiene efectos contrapuestos. Por un lado, aumenta el almacenamiento de gases de efecto invernadero y reduce los daños pulmonares causados por el humo y, por el otro permite la entrada de una mayor cantidad de rayos solares en la superficie terrestre.
Para los autores, los cambios no son uniformes. Se han producido por ejemplo más incendios salvajes en el oeste de Estados Unidos y en los bosques boreales de América del Norte, regiones en las que el cambio climático está alargando la temporada de fuegos. «La relación entre los cambios en el uso de la tierra y el declive de las áreas quemadas sugiere que cada vez habrá menos incendios en las décadas futuras», concluyen los expertos.