Un estudio realizado a partir del análisis de carbones del yacimiento de Cova Gran de Santa Linya (Lleida) confirma la presencia continuada de bosques de coníferas de montaña desde los Pirineos hasta la costa mediterránea hace entre 50.000 y 15.000 años. La investigación ha permitido identificar el pino rojo como el principal combustible que utilizaron los neandertales y los homo sapiens que habitaron la zona.
El análisis de los carbones recuperados de los hogares del yacimiento de Cova Gran (Les Avellanes-Santa Linya, Lleida), situado a unos 385 metros de altitud, confirma que los bosques de montaña al nordeste de la península ibérica se extendían de manera continuada desde los Pirineos hasta la costa mediterránea hace entre 50.000 y 15.000 años, con un gran predominio de los pinos de montaña, probablemente de pino rojo.
El estudio, publicado en la revista Review of Palaecobotany and Palynology, ha permitido también obtener información detallada sobre el tipo de madera empleada como combustible preferente por el Homo neanderthalensis y el Homo sapiens, que habitaron la zona sucesivamente durante este periodo.
Análisis de carbones
La investigación ha sido realizada por los investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), la Universitat Rovira i Virgili (URV) y del Centro Nacional de Evolución Humana (CENIEH).
En total, los científicos han analizado más de 1.200 fragmentos de carbón de hogares de una quincena de unidades arqueológicas. “El análisis antracalógico de un conjunto temporalmente tan amplio como el de Cova Gran, junto con los datos de otros yacimientos de la región, indican una presencia hegemónica del pino rojo al nordeste de la península ibérica y muestran que, a pesar de las condiciones climáticas cambiantes y extremas que se dieron durante este periodo, la cubierta forestal de coníferas de montaña era continua”, señala Ethel Allué, investigadora de IPHES y una de las autoras.
Momentos cálidos breves que se alternaban con ciclos fríos
El intervalo temporal que cubre el estudio se corresponde a nivel climático con dos estadios isotópicos marinos (MIS): el MIS 3, (entre 59.000 y 29.000 años) con momentos cálidos relativamente breves que se alternaban con ciclos fríos, y el MIS 2 (de 29.000 a 15.000 años), con condiciones de frío extremas.
“La resiliencia de estos pinos les permitió adaptarse a unas condiciones ecológicas y ambientales rigurosas, más frías y secas que las actuales, y vivir también en las llanuras interiores y en el prelitoral mediterráneo”, afirma la investigadora.
La madera de pino rojo es prácticamente el único combustible identificado en las diferentes fases cronoculturales reconocidas en la Cova Gran (Paleolítico medio, Paleolítico superior antiguo y Magdaleniense). La abundancia de hogares localizados en este abrigo prepirenaico y el hecho que la utilizaran neandertales y humanos modernos indican que las dos especies la usaron sistemáticamente como el principal combustible para mantenerlos.
Un mejor conocimiento del paisaje
“Los registros de la Cova Gran de Santa Linya nos permiten profundizar en el conocimiento del paisaje del enclave y de la biogeografía de un árbol esencial en la supervivencia de los cazadores-recolectores de la Edad de Hielo”, indica Rafael Mora director del CEPAP-UAB. “La continuidad en la elección de este tipo de leña en el yacimiento tuvo que obedecer a la abundancia de este árbol en el entorno -aunque su fácil combustión y alto rendimiento calórico favorecería la recogida intencional- y nos permite reforzar consistentemente la hipótesis de la presencia continuada de bosques de pinos de montaña estables y resilientes en el territorio”, concluye.
Actualmente, el pino rojo se preserva en las primeras estivaciones del nordeste del Prepirineo a altitudes superiores a los 600 metros de altitud. El régimen climático actual, que se empezó a instalar hace unos 15.000 años, le hizo retroceder hasta áreas más elevadas y frías, mientras poco a poco otras especies, como los pinos mediterráneos, robles y encinas se instalaron en las zonas boscosas más bajas.