Madrid se volvió un pueblo con la fiesta de la Trashumancia

El paisaje urbano de Madrid mostró el domingo una cara muy distinta. Las calzadas tuvieron unos protagonistas inusuales: los rebaños de ovejas y cabras retintas que, provenientes de los puertos leoneses, hicieron parada en Madrid para continuar hacia las cañadas extremeñas a pasar el invierno. Esta Fiesta de la Trashumancia se ha convertido en un ritual del otoño madrileño.

Comenzó en 1994 como un acto simbólico para reivindicar la trashumancia como una forma de ganadería extensiva y sostenible, estrechamente vinculada a valores culturales, ecosistemas y paisajes característicos de la Península Ibérica. Veintitrés años después, el paso de los rebaños por las calles de la ciudad es una cita obligada para los madrileños y la renovación de un compromiso por parte del Ayuntamiento: la preservación de un patrimonio único en el mundo: 125.000 kilómetros de longitud y 420.000 hectáreas de superficie, protegido desde el año 1273.

La alcaldesa, Manuela Carmena, dio la bienvenida a los pastores, acompañados por los mayorales, rabadanes y ganaderos, y ha recibido el pago de los “50 maravedís al millar” estipulados por la Concordia de 1418 entre los Hombres Buenos de la Mesta y los Procuradores del Concejo de la Villa. La rúbrica un año más de esa Concordia.

Junto a ellos han estado presentes, entre otros, la primera teniente de alcalde, Marta Higueras; el tercer teniente de alcalde, Mauricio Valiente, y la delegada de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés, además de representantes de la Comunidad de Madrid y del Ministerio de Agricultura, así como de los pastores y ganaderos.

Ciudades ruralizadas, pueblos urbanizados

Carmena manifestó que la ciudad de Madrid se siente muy honrada “en un encuentro que invita a recordar sus orígenes. Una ciudad vive porque existe la naturaleza y debe insistir en su defensa y la del medio ambiente”. Además, recordó el mensaje de uno de los urbanistas de la Quinta de Los Molinos, que insistió en que “las ciudades tienen que ser ‘ruralizadas’ y los pueblos urbanizados”. Ese mensaje, de principios de siglo pasado, “se ha convertido en un mensaje muy moderno que hoy día tenemos que reivindicar”, manifestó la alcaldesa.

El escenario ha sido por segundo año consecutivo la plaza de Cibeles. Por allí han pasado los rebaños compuestos por más de 1.300 ovejas merinas y 60 cabras retintas propiedad del Concejo de la Mesta. El recorrido comenzó en la Casa de Campo y, tras subir por la Cuesta de la Vega y cruzar Bailén, recorrieron la Calle Mayor hasta la Puerta del Sol. Enfilaron después la calle de Alcalá para alcanzar Cibeles desde donde regresaron por el mismo camino a la Casa de Campo. Es la segunda vez en que los rebaños cierran el recorrido andando ya que hasta el pasado año el retorno se hacía en camiones.

La alcaldesa anunció que, el año que viene, que se celebrarán los 600 años de la Mesta, el Ayuntamiento contará con un rebaño propio en la Casa de Campo, “como el que tiene las Naciones Unidas en su sede de Ginebra –condición que impuso el propietario que donó el terreno-, donde el propio rebaño hace de ‘segadora natural’ en el campo de la sede internacional”.

La fiesta nació a iniciativa de la Asociación Trashumancia y Naturaleza en colaboración con el Ayuntamiento para reivindicar la aprobación de una nueva Ley de Vías Pecuarias, que finalmente se promulgó el 23 de marzo de 1995. El nuevo texto legal que reconoció las cañadas, cordeles y veredas como bienes de dominio público, inalienables, imprescriptibles e inembargables.

La celebración finalizó con un regalo a los niños participantes en la fiesta: la figura de una pequeña oveja, realizada de forma artesanal que repartió personalmente la alcaldesa.

El simbolismo de una forma de vida

Desde sus inicios la fiesta ha estado plagada de simbolismo con el fin de dar a conocer la importancia histórica, cultural, social y ecológica de los pastores españoles y sus ganados, así como de las vías pecuarias. De ahí que el recorrido siga fielmente el rito de la trashumancia.

Son los mayorales y sarrujanes los que abren paso al ganado. Ellos y sus mastines son los encargados de defenderlo de los lobos, recorrer las cañadas en busca de los mejores pastos, arrendar las montaneras y denunciar cualquier intrusión en las vías pecuarias.

Los pendones concejiles son la referencia fundamental para mantener las distancias entre los distintos grupos. Les siguen los arrieros encargados de garantizar con sus recuas de mulas el tráfico de mercancías desde los puertos gallegos hasta Madrid. Les acompaña la Cabaña Real de Carreteros, fundada por los Reyes Católicos y representada por las carretas de bueyes seranos y de vacas avileñas. Distintos grupos populares acompañarán el paso de los rebaños al son de la música tradicional de las distintas comarcas.

Aurora Cancela Pérez
Aurora Cancela Pérezhttps://www.cronicanorte.es
Aurora Cancela Pérez, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Colmenar Viejo. Es redactora en Crónica Norte desde 2017. Apasionada de la información local y los viajes.

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