La misión SMOS de la ESA cartografía las variaciones en la humedad del suelo y la salinidad en las aguas superficiales de los océanos abiertos. Cuando el satélite se diseñó, no estaba previsto que midiera el nivel salino de mares más pequeños como el Mediterráneo, pero SMOS ha vuelto a superar las expectativas.
El satélite aloja un instrumento de microondas que captura imágenes de ‘temperatura de brillo’, correspondientes a la radiación de microondas que emite la superficie terrestre y que puede relacionarse con la humedad del suelo y la salinidad de los océanos.
Aunque esta información cumple el objetivo principal de la misión, que es comprender mejor el ciclo hidrológico de la Tierra, SMOS ha encontrado muchos otros usos, como el seguimiento de huracanes, la medición del hielo que flota en los océanos polares y la mejora de las previsiones de rendimiento de las cosechas.
Sus mediciones de la salinidad de los océanos abiertos no solo nos ayudan a entender cómo estos responden al cambio climático, sino que mejoran nuestra comprensión de problemas como la acidificación de los océanos y fenómenos de gran envergadura como El Niño.
No obstante, estos procesos son de larga duración, por lo que los mares más pequeños como el Mediterráneo, donde los procesos se dan en mucho menos tiempo, constituyen un laboratorio ideal para estudiar las dinámicas de los océanos.
Por ejemplo, los mapas de salinidad son necesarios para comprender cómo las aguas que fluyen desde el océano Atlántico a través del estrecho de Gibraltar forman el giro de Alborán, al oeste del mar Mediterráneo.
Se eliminan los límites que impedían las mediciones en el Mediterráneo
Hasta hace poco, las observaciones de salinidad de SMOS en el Mediterráneo se veían limitadas por dos obstáculos.
El más importante, y ya conocido cuando se diseñó la misión, era el de la ‘contaminación tierra-mar’ y se debe a que las mediciones realizadas en la tierra circundante pasan a los datos oceánicos y afectan a su calidad.
El otro problema, que no estaba previsto, es el alcance de las interferencias de radio.Tras el lanzamiento de SMOS en 2009, se vio que su señal se veía interrumpida por numerosos transmisores ilegales en todo el mundo. No obstante, gracias a la colaboración con las autoridades nacionales de protección de las frecuencias, el 75% de estos transmisores han desaparecido.
A pesar de ello, el proceso resulta laborioso y algunas regiones como la costa libia y el este del mar Mediterráneo aún muestran signos de contaminación, dado que las estrategias de mitigación aún no han dado frutos.
Gracias a la determinación de los científicos por resolver estos problemas y al respaldo del Elemento de Apoyo a la Ciencia (STSE) para la Observación de la Tierra de la ESA, SMOS ahora puede cartografiar la salinidad en la mayor parte del Mediterráneo.
Se han reducido las interferencias
El Centro Experto SMOS en Barcelona, España, ha abordado el problema de la contaminación tierra-mar y ha conseguido reducir los efectos de las interferencias introduciendo cambios en la cadena de procesamiento de los datos estándar.
Antonio Turiel, de este centro, lo explica así: “Desde nuestro instituto de Barcelona vemos el mar Mediterráneo cada día, así que teníamos claro que había que resolver este problema”.
“La solución que encontramos implicaba volver a cada una de las mediciones de temperatura de brillo y procesarla de otra forma”.
La Universidad de Lieja, Bélgica, también ha afrontado esta cuestión, proponiendo un método para reducir el ruido.
Como señala Aida Alvera Azcárate, de dicha universidad: “La contaminación tierra-mar y las interferencias de radiofrecuencia en el mar Mediterráneo hacen que el nivel de señales indeseadas en los datos sea bastante alto”.
“Hemos desarrollado un método para separar del ruido la señal geofísica real, mejorando así la precisión de los datos finales”.
La responsable de la misión SMOS de la ESA, Susanne Mecklenburg, añade: “Ambos institutos han llevado a cabo un magnífico trabajo al superar las limitaciones a las que nos enfrentábamos a la hora de observar cambios en la salinidad del mar Mediterráneo. Su trabajo amplía el catálogo de aplicaciones que SMOS puede ofrecer en beneficio de la ciencia y la sociedad en su conjunto”.
“Una vez más, vemos que SMOS supera con mucho las expectativas iniciales, y estoy segura de que aún nos esperan numerosos logros”.