Una mosca azul ha desarrollado una estrategia única para infiltrarse en colonias de termitas, adoptando su apariencia y química

La naturaleza está llena de criaturas con habilidades sorprendentes para el engaño, pero pocas son tan elaboradas como la recién descubierta mosca azul de la familia califóridos. Su larva ha desarrollado una morfología única: una «máscara» en la parte posterior de su cuerpo que imita la cabeza de una termita, con ojos falsos, antenas y palpos. Este mecanismo de camuflaje le permite mimetizarse entre las termitas cosechadoras, evitando ser detectada como una intrusa en la colonia.

El hallazgo tuvo lugar en el Anti-Atlas, al sur de Marruecos, cuando un grupo de científicos, liderado por Roger Vila, encontró por casualidad larvas de mosca dentro de un termitero. «Nunca habíamos visto algo así. Tras varias expediciones, apenas encontramos dos larvas más en otro nido, lo que indica que es una especie extremadamente rara», explica Vila.

Un camuflaje visual y químico perfecto

Además de su máscara visual, esta larva ha logrado igualar el olor característico de la colonia en la que habita. En los nidos de termitas, donde la oscuridad es total, el reconocimiento entre individuos se basa en el tacto y en señales químicas. Las termitas soldado eliminan sin piedad a cualquier invasor que no comparta su aroma. Sin embargo, al analizar la composición química de estas larvas, los investigadores descubrieron que su olor es idéntico al de las termitas que las rodean.

«El disfraz químico es tan preciso que ni siquiera las termitas pueden diferenciar a las larvas de sus propias hermanas», detalla Vila. Además, cada colonia tiene un perfil químico único, y la mosca consigue replicarlo con precisión, algo que no se había visto antes en este tipo de insectos.

Una relación aún llena de incógnitas

Cuando los científicos llevaron las larvas al laboratorio, observaron algo aún más sorprendente: las termitas no solo las aceptaban, sino que incluso las cuidaban y alimentaban. En los nidos naturales, las larvas se encontraban en las cámaras de almacenamiento de comida, donde recibían atención constante de las termitas, que las acicalaban con sus piezas bucales.

«Las termitas parecen alimentarlas mediante trofalaxis, un proceso en el que regurgitan comida para otros miembros de la colonia. No podemos asegurarlo con certeza, pero este comportamiento sugiere que la larva no solo es tolerada, sino que participa activamente en la vida del termitero», señala Vila.

Sin embargo, aún hay muchas incógnitas sobre esta relación simbiótica o parasitaria. Los investigadores no han logrado criar estas larvas en el laboratorio, ya que murieron antes de alcanzar la metamorfosis. Se desconoce su dieta exacta y, hasta ahora, nadie ha visto su forma adulta.

Un salto evolutivo sin precedentes

Este hallazgo aporta nuevas perspectivas sobre la evolución de los insectos y las estrategias de parasitismo social. Casos similares se habían observado en las moscas jorobadas, pero en esas especies son los adultos quienes imitan a las termitas, no las larvas.

Los análisis genéticos han confirmado que esta nueva especie pertenece al género Rhyncomya, aunque ninguna otra especie de este grupo presenta una morfología o un modo de vida similar. Esto indica que la mosca descubierta ha evolucionado de manera extremadamente rápida, desarrollando adaptaciones únicas para integrarse en la colonia de termitas.

«Este descubrimiento nos muestra que todavía nos queda mucho por conocer sobre la diversidad de los insectos y las relaciones simbióticas que pueden establecer», concluye Vila.

Paula de Marcos Aragón
Paula de Marcos Aragónhttp://www.cronicanorte.es
Paula de Marcos Aragón, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Algete. Es redactora en Crónica Norte desde 2021.

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