Vecinos cercanos al campo de golf de Colmenar Viejo se quejan de la lluvia de bolas

Vecinos de las urbanizaciones cercanas al campo de golf de Colmenar Viejo se quejan de que son «bombardeados por bolas». El Ayuntamiento de Colmenar Viejo y la concesionaria de las instalaciones colocaron unas mallas de seguridad más elevadas, pero manifiestamente insuficientes para los vecinos de una urbanización situada al norte de la Ciudad Deportiva que cada poco tiempo es bombardeada por las pelotas de golf.

Bombardeados por bolas de golf

Para los vecinos el diseño de la cancha no fue el más adecuado, ni se tuvo en cuenta el efecto del viento cuando es dominante la componente sur, ni tampoco la mejora de los materiales. También se quejan de que no se consideró adecuadamente la geometría del campo de pruebas, ni la altura que pueden llegar a alcanzar las bolas en los distintos puntos del recorrido. Pueden llegar con facilidad a más de 100 metros en el punto medio de su trayectoria, y superar vallados y redes de más de 25 metros en consecuencia.

Por ello, la Asociación de Vecinos por Colmenar Viejo exige al Ayuntamiento que tome medidas inmediatas para salvaguardar la integridad de personas y bienes tanto de la urbanización afectada como de las explotaciones agrarias próximas y de los usuarios de las vía públicas de riesgo, tanto urbanas como pecuarias. «La actividad deportiva causante debe ser suspendida hasta que se implementen todas las medidas de seguridad necesarias, que deben incluir el rediseño de la zona de prácticas, su protección, y las características de palos y bolas admisibles para el ejercicio del deporte del golf en unas instalaciones seguras«, dicen desde la Asociación.

zona de seguridad de 230 metros en el campo de golf de Colmenar Viejo

Estudios sobre daños por bolas de golf

Un estudio realizado por el forense Carlos Guerrero demostraba que el impacto de una bola de golf puede producir en una persona daños más graves que el de un disparo de pistola, al alcanzar la bola velocidades cercanas a los 300 kilómetros por hora. El estudio era parte de las pruebas periciales presentadas en un juicio por un grupo de vecinos de Islantilla (Huelva), que demandaron a un club de golf de la zona por el daño que el impacto de las bolas causaba en sus viviendas.

El estudio fue determinante para la condena del club andaluz al señalar que «una bola de golf puede incluso provocar la muerte si su proyección tiene un efecto contusivo de una violencia tal que dañe determinadas zonas del cuerpo», lo que se agudiza si se trata de un niño o una persona mayor.

Concretamente, el trabajo cita estudios anteriores que indican que hay personas que han sufrido enucleación (extirpación del globo ocular) o pérdida de visión, «y si provoca eso, no digamos qué puede pasar si le pega en la cabeza a una persona o le impacta a un niño pequeño«.

El trabajo relaciona la intensidad de la bola a la hora de salir del set de prácticas, donde alcanza una mayor velocidad, y que, precisamente, «es la zona relacionada con el problema y está muy cerca de la urbanización» en el caso de Islantilla. «La velocidad que se le impele tiene una correlación con el efecto que puede provocar un arma de fuego, y en determinadas ocasiones, hay palos que pueden provocar que la bola tenga más velocidad que la bala que sale de una pistola«, dijo Guerrero.

Así, se ha comprobado que la bola alcanza velocidades de hasta 80 metros por segundo (288 kilómetros por hora), que «aunque por peso y por características de la pelota, no llega a tener introducción en el cuerpo, el impacto de esa masa sí provoca lesiones muy importantes, que pueden provocar incapacidades graves o incluso la muerte».

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