Las crías de los cernícalos afectados por el veneno de topillo tienen un peso menor, lo que podría repercutir en la supervivencia de la especie.
Según un estudio en el que participan investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), la bromadiolona, un anticoagulante que se utiliza como veneno para reducir el número de roedores en campos de cultivo, está también presente en los pollos de los cernícalos, uno de sus depredadores naturales. Los primeros datos apuntan a que este rodenticida podría incrementar las tasas de mortalidad entre estas aves y, a la larga, también las de otros depredadores naturales de los topillos.
Durante el año 2014 se tomaron muestras de sangre de 112 pollos de cernícalo para analizar la presencia de bromadiolona y sus efectos sobre la especie. Los análisis evidenciaron que casi el 17% de los pollos tenían niveles detectables del veneno en sangre y que estos pesaban casi un 8% menos que el resto. «La presencia de bromadiolona y el peso más bajo de los pollos podría estar incrementando su tasa de mortalidad, ya que es un factor crucial que determina la supervivencia durante las primeras fases de vida», aclara el investigador del MNCN David López-Idiáquez.
Las plagas de topillo campesino, Microtus arvalis, son un evento recurrente en las zonas agrícolas de Castilla y León que suelen controlarse utilizando bromadiolona, sin embargo, la presencia de este producto en zonas agrícolas tiene efectos sobre otras especies ya que el veneno no es inocuo.
Control biológico de plagas
Desde el año 2009, existe un proyecto del Grupo de Recuperación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA) para desarrollar métodos que potencien el control biológico de plagas. En el caso de las plagas de topillos tratan de incrementar la densidad de cernícalos vulgares, Falco tinnunculus, y lechuzas, Tyto alba, depredadores naturales de los topillos, mediante la colocación de cajas nido que mejoren las condiciones de estas especies para criar.
«Es paradójico que el uso de la bromadiolona para reducir el número de topillos en los campos de cultivo podría, al mismo tiempo, estar reduciendo las poblaciones de depredadores naturales de esta especie», concluye López-Idiáquez.
En este trabajo han participado, el investigador del MNCN junto a miembros del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC) y la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (UMIB-Universidad de Oviedo).