El aumento de la esperanza de vida es una realidad. También lo es lo que está sucediendo desde hace años: el envejecimiento de la población. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, en enero de 2016 el número de mayores de 65 años era de 8.657.705. Con cifras como estas resulta indispensable poder conseguir que el bienestar y la calidad de vida sea cuanto más, mejor. El cuidado de personas mayores a domicilio ayuda a que nuestros ancianos puedan contar con un apoyo para el desarrollo del día a día.
Y es que, según recoge el informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) “Un perfil de las personas mayores en España, 2017”, el número de mayores de 65 años ya representa el 18,4% de la población. Este análisis se hace eco también de la proyección realizada por el INE que revela que en 2066 las personas mayores llegarán a los 14 millones.
Esta nueva situación está siendo el centro del debate en muchos sectores y áreas, desde la salud hasta el gran consumo. Por desgracia, de lo que más se ha escuchado hablar en lo relacionado con el envejecimiento de la población es de la dificultad de pagar las pensiones. La pirámide poblacional se está invirtiendo y la fuerza de trabajo o las personas que están en edad activa tienden a ser menos, por lo que se están empezando a vislumbrar nuevas políticas o medidas encaminadas a resolver o atajar la nueva situación.
Por otro lado, junto al envejecimiento se suele hablar también sobre otros aspectos como la calidad de vida. Bien es cierto que, a medida que se crece, la salud se resiente, es inevitable y es ley de vida, por eso es tan importante que las personas se mantengan siempre activas, según sus posibilidades. En este sentido, el cuidado de personas mayores a domicilio es indispensable porque, por un lado, le permite vivir todavía en su casa, entre sus cosas, haciendo su vida sin renunciar a nada y teniendo esa ayuda que, en un momento determinado, para alguna tarea, puede necesitar.
Respecto a esto, es importante señalar que para conseguir mantener una buena calidad de vida se ha de ser independientes. En el momento en el que la persona mayor delega en otros el desarrollo de sus tareas o actividades cuando las puede seguir haciendo personalmente sin ningún tipo de problema, su calidad de vida comenzará a resentirse. Hablamos de tareas sencillas como hacerse un zumo, darse un paseo e ir a comprar el pan o hacer la cama, que, aunque pequeñas y sin importancia, mantienen a la persona activa, regulan un poco su rutina y la mantienen distraída.
La figura del cuidador ha adquirido alta importancia en los últimos años y está destinada a seguir creciendo. Está íntimamente relacionada con las personas dependientes, que no pueden valerse por sí mismas en determinados aspectos de su vida que les condiciona todo lo demás, como problemas de visión o de movimiento. Es inevitable que el pasar del tiempo deje huella, pero tener hábitos saludables que hagan que estas huellas sean menos marcadas, depende de la persona.
