El Descenso Folklórico del Nalón: cuando el humor y la tradición se tiran al río
Asturias entera se echa a reír y a remar cada verano en Laviana, donde decenas de embarcaciones disparatadas surcan el río Nalón entre sátira, ingenio y mucha espuma de sidra. Un carnaval fluvial que nació como protesta y se convirtió en una de las fiestas más esperadas del verano asturiano.

Cuando la irreverencia se sube a una barcaza
Si hay una celebración que condensa la esencia festiva, irreverente y creativa de Asturias, esa es sin duda el Descenso Folklórico del Nalón, un desfile de ingenio flotante que cada año transforma el río en un desfile acuático de sátira, música y mucha retranca. El evento, que se celebra tradicionalmente en agosto en el concejo de Laviana, es una cita imprescindible para locales y visitantes que buscan disfrutar de un día donde la imaginación no tiene freno.
Lejos de ser una competición deportiva al uso, el Descenso se ha ganado su espacio como manifestación cultural popular, muy ligada al carácter festivo del pueblo asturiano. La mezcla de fiesta, crítica social y desparpajo lo han convertido en un fenómeno único, donde el humor es la única brújula que guía las embarcaciones.

Un origen rebelde: la fiesta como forma de protesta
La semilla del evento se plantó en 1967, cuando un grupo de amigos, hartos del corsé de las fiestas oficiales del franquismo, decidió organizar una bajada por el río a su manera: con disfraces, parodias y barcas decoradas con materiales reciclados. Aquella primera edición fue un acto casi clandestino, pero la chispa prendió entre la juventud lavianesa.
Desde entonces, el descenso ha ido creciendo edición tras edición, convirtiéndose en símbolo de identidad y espacio de libertad. “Lo que empezó como un juego se convirtió en una declaración de intenciones: en Laviana, el río también se ríe”, recuerdan los más veteranos.

Barcos imposibles y sátira a flor de agua
El alma del Descenso está en sus embarcaciones, conocidas como “artefactos flotantes”, construidas durante semanas en secreto por peñas de amigos o asociaciones. Los materiales son tan diversos como la creatividad de sus tripulantes: madera, barriles, ruedas, tubos de PVC, espuma, toldos, lonas, y sobre todo, mucha imaginación.
Cada año, los temas elegidos para decorar las barcas van desde homenajes al cine, personajes históricos o referencias a la actualidad política y social. Nada ni nadie se libra del humor ácido asturiano: ministros, influencers, series de televisión o titulares de prensa se convierten en inspiración. El resultado: un carnaval fluvial donde se mezclan romanos con ovnis, chigreros con astronautas y hasta reproducciones de los Picapiedra navegando por el Nalón.
Mucho más que una fiesta: un fenómeno social y turístico
Aunque en esencia se trata de una celebración popular, el Descenso Folklórico del Nalón tiene una poderosa dimensión económica y turística. Cada año, Laviana multiplica su población durante el fin de semana del evento, con miles de personas llegadas de toda Asturias y de otras comunidades.
Hoteles, casas rurales y restaurantes cuelgan el cartel de completo. Además, la hostelería local aprovecha el tirón para ofrecer menús especiales, conciertos, verbenas y actividades paralelas. El impacto es tal que muchos comercios planifican parte de su año en torno a esta fecha.
Anécdotas que flotan en la memoria colectiva
Las anécdotas de más de medio siglo de historia son incontables. Desde barcazas que naufragaron nada más salir hasta otras que recorrieron el río remando con patas de rana, pasando por homenajes delirantes a Juego de Tronos o reivindicaciones ecologistas disfrazadas de ballenas de cartón. En una edición reciente, un grupo sorprendió con una barca que recreaba la central de El Pitu… ¡a tamaño real!
Tampoco faltan los clásicos baños involuntarios, embarcaciones que se atascan bajo un puente o tripulaciones que olvidan los remos. Pero si algo define al Descenso es que todo vale mientras se mantenga el humor y el espíritu festivo.
Seguridad, respeto y tradición
Aunque el evento tiene una apariencia caótica, la organización cuida con mimo todos los aspectos relacionados con la seguridad fluvial, la gestión de residuos y el respeto al medio ambiente. Las barcas deben ser no contaminantes, y cada grupo es responsable de retirar su artefacto una vez finalizado el descenso.
La fiesta se ha consolidado como un ejemplo de cómo la cultura popular puede crecer sin perder sus raíces, manteniendo vivo un legado que mezcla protesta, diversión, arte efímero y espíritu comunitario. Para muchos, es la verdadera fiesta mayor de Laviana.
Un futuro asegurado gracias a nuevas generaciones
Lejos de agotarse, el Descenso Folklórico del Nalón rejuvenece año tras año gracias a las nuevas generaciones. Jóvenes que heredan la pasión de sus padres y que ahora toman el relevo en la construcción de barcazas, en la organización de las peñas y en mantener viva una tradición que nunca ha dejado de mirar al río… con una sonrisa.
Laviana ha sabido convertir una idea irreverente en una joya de la cultura popular asturiana. El Nalón, ese río testigo de tanto carbón y sudor, se transforma una vez al año en un cauce de alegría, memoria y libertad.












