Las experiencias infantiles adversas pueden llegar a influir con un mayor desgaste fisiológico a las personas de edad adulta, según un estudio publicado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Esta revista relaciona experiencias infantiles adversas con un mayor desgaste fisiológico una vez que las personas que las han sufrido alcanzan la edad adulta. El estrés que pueda sufrir el niño guarda relación con peores datos de salud en las siguientes décadas de su vida, según los datos de un estudio que incluye a más de 7.500 británicos nacidos en 1958.
La importancia de las circunstancias familiares
Las experiencias adversas en la infancia es un parámetro conocido como ACE por las siglas del inglés Adverse Childhood Experiences y se construye con datos sobre las circunstancias familiares que pueden generar estrés en el niño, como la separación de sus padres por divorcio o muerte, problemas de alcoholismo de algún miembro de la familia, así como enfermedades psiquiátricas o problemas con la justicia.
En cambio, en los adultos, el desgaste fisiológico se mide por la carga alostática, una medida del desgaste fisiológico acumulado por el cuerpo en el intento de adaptarse a las demandas del día a día.
Tres vías para medir los traumas infantiles
La relación entre los traumas infantiles y los problemas de salud posteriores se puede explicar por tres vías: socioeconómica, comportamental y biológica.
Los niños que han sufrido una adversidad tienen en su vida adulta un nivel socioeconómico y educativo más bajo, en términos generales. Además, son más propensos a adoptar comportamientos de riesgo para salud, como fumar, consumir licores o tener un índice de masa corporal superior.
Los investigadores han tomado los datos del National Child Development Study, un estudio que incluyó a miles de personas nacidas durante una semana de 1958 en Gran Bretaña, sobre los que se ha hecho un seguimiento a lo largo de sus vidas analizando diferentes parámetros sociales y de salud.
Entre estas personas, que en 2015 cumplirán 57 años, se seleccionaron 3.782 mujeres y 3.753 hombres para este trabajo. Entre los hombres que presentaron adversidades precozmente, las principales conductas de riesgo para la salud han sido fumar, un bajo nivel educativo y un bajo patrimonio económico.
En cambio, entre las mujeres que también atravesaron algún trauma infantil, además de estos mismos parámetros, destaca un índice de masa corporal elevado.
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