La belleza de lo único y exclusivo es lo que destaca de las creaciones de Manolo Blahnik quien hace casi imposible encontrar dos pares de zapatos casi iguales. Ahora casi 300 «manolos» se exponen en El Museo Nacional de Artes Decorativas desde el pasado lunes 27 de noviembre hasta el próximo 8 de marzo.
«He diseñado millones de zapatos, pero, tranquilos, aún me quedan muchos por hacer», afirma, fiel al humor que siempre le acompaña.
Recién llegado a Madrid, el zapatero hecho prodigio presentó ayer la exposición «más personal y emotiva», como define él mismo, de todas las realizadas hasta la fecha.
El Museo Nacional de Artes Decorativas inaugura este martes «Manolo Blahník: el arte del zapato», un recorrido por la obra del creador a través de las cerca de 300 piezas originales que forman la retrospectiva.
212 zapatos elegidos por el propio diseñador
Una selección de 212 zapatos, elegidos de un «armario» de 30.000- y 80 dibujos llevados a cabo por el propio Blahník.
«Es importante recordar que antes de ser el diseñador que todos conocemos, fue un dibujante de talento excepcional», señala la comisaria de la exposición, Cristina Carrillo de Albornoz.
La muestra, que permanecerá abierta hasta el próximo 8 de marzo, está dividida en nueve secciones temáticas; «Manolo y su taller», «Botánica», «Influencias Geográficas» u «Obsesión» son algunos de los títulos que desgranan la especial trayectoria del artista.
La sala temática «Bajo la Luna» refleja la influencia de su España natal
Para Blahnik la inluencia de su españa natal se ha vsto reflejado en muchas de sus creaciones y es precisamente en la sala «Bajo la luna» donde se pueden encotrar estos ejemplares que calan por su significado y sentimiento. Reflejados, todos ellos, en la figura de prestigiosos escritores -Galdós, Clarín, Unamuno, Ortega y, sobre todo, García Lorca-, pintores -Goya, Zurbarán, Picasso y Miró- y arquitectos -Rafael Moneo, entre otros-, así como en diferentes creaciones y monumentos catalogados Patrimonio de la Humanidad. Por si fuera poco, los trajes, las batas de cola, el movimiento de los bailaores de flamenco o las canciones populares tienen también su pequeño homenaje.
«Madrid era la condición de Blahník para que la exposición se hiciera realidad», advierte la comisaria, después de haber paseado la colección por el Palazzo Morando de Milán, el Museo del Hermitage en San Petesburgo y el Museo Kampa en Praga. Ahora llega a la capital con un catálogo ampliado, donde el cine y los estímulos que desprenden en él las mujeres -según reconoce el autor- suponen parte capital de su presentación.