La sociedad actual está cada vez más concienciada en luchar contra el desperdicio alimenticio. En artículos anteriores ya hemos hablado de algunas aplicaciones móviles y plataformas que ayudan a evitar que se tire comida poniendo a disposición de los usuarios lo que los restaurantes no pueden vender. Ahora, el mundo de la repostería se une a la causa y el pan duro puede tener una segunda vida: Galletas.
Cuando el pan del día esta crujiente es una delicia como acompañamiento de en comidas y cenas, también en bocadillos como almuerzos o meriendas pero cuando sobra y se queda duro… es un desperdicio más que sumar al cubo de basura. Antiguamente, el pan duro se utilizaba para alimentar a los animales de granjas, y aunque en algunos pueblos se sigue haciendo, lo habitual es que vaya a la basura o se con triture para hacer pan rallado casero.
Por otro lado, las galletas recién hechas o industriales son, en su mayoría crujientes. Pero si pasa el tiempo o dejamos el paquete abierto… es ponen ‘rancias’ y blandas, por lo que es otro desperdicio alimenticio que debemos sumar al cubo de la basura y va en contra de los objetivos de desperdicio cero.
Fusión perfecta en forma de galleta
Una iniciativa ha pensado en la fusión perfecta de ambos alimentos: Las galletas hechas de pan duro. De esta manera se evita el desperdicio alimenticio y pasamos de un pan crujiente a un galleta, también, crujiente.
La manera perfecta de darle una segunda vida al pan duro es mediante un proceso de triturado muy fino, con lo que queda un grano más ligero que del tradicional pan rallado, si no más parecido a la harina. De esta manera, esta materia prima puede utilizarse como base para la elaboración de galletas caseras.
Añadir pepitas de chocolate al gusto, hornear y disfrutar.