Greenpeace denuncia que tras un año de pandemia hay una deficiente red ciclista y una carencia de peatonalizaciones

Greenpeace ha evaluado las medidas de movilidad y alimentación implantadas a lo largo del pasado año durante el confinamiento y la desescalada

Greenpeace ha analizado la evolución de las ciudades en movilidad y alimentación tras un año de pandemia. El análisis se llama Ciudades en pandemia, un año después.

La organización califica este año de oportunidad perdida para mejorar las ciudades tras el confinamiento. Madrid, que se sumó a la oleada de medidas durante la desescalada, presenta un balance desigual con algunos avances, pero también deficiencias en las medidas analizadas.

Para ello se ha centrado en movilidad y alimentación. En el documento se analizan las medidas que cinco ciudades españolas han implementado durante el último año, entre ellas Madrid.

Movilidad

Respecto al primer punto, las imágenes de La Castellana plena de bicicletas y peatones fueron un espejismo, según la organización, que apenas duró unas semanas. De las 36 vías que llegaron a ser peatonales en festivos hoy solo quedan siete. Cuatro ya estaban antes de la pandemia, como el Pº del Prado. 

Sin embargo, los 45 nuevos kilómetros de carril bus para acelerar el transporte público, una medida a priori provisional, finalmente serán definitivos. 

Vías ciclistas: a pesar del acuerdo de los Pactos de la Villa para dotar a Madrid de una red de carril bici segura y conectada, solo llegaron a pintarse seis tramos sueltos que siguen siendo provisionales un año después, mientras son invadidos por coches y motos.

Alimentación

En materia de alimentación, durante el confinamiento hubo una campaña de promoción de los mercados municipales, aunque no se fomentaron los alimentos agroecológicos más allá de la iniciativa de la Red de Huertos Urbanos y Servicios Sociales para donar las cosechas a colectivos vulnerables. 

La medida más destacada, según Greenpeace, que afectó a la ciudad es la decisión de la Comunidad de Madrid de traspasar los menús escolares de 11.000 familias vulnerables. Tras el cierre de los colegios se quedaron sin acceso al comedor escolar, a empresas de comida rápida, contraviniendo tanto el criterio de la consejería como el Pacto de Milán para una alimentación saludable.

“Es vergonzoso que en un momento de necesidad sean empresas como Telepizza las que proporcionen los menús escolares a familias vulnerables cuando hay productos sostenibles de cercanía que se podrían haber facilitado. Un buen ejemplo en este tema es Valladolid, que ofreció ayudas valoradas en medio millón de euros para la compra de alimentos frescos de comercio local para familias vulnerables” afirma Alba Gacía, Responsable de la campaña de Ciudades de Greenpeace. “La ampliación del espacio público se daba solo en fines de semana, como si durante la semana no necesitásemos espacio para movernos de forma segura. La capital del país debería ser un ejemplo del progreso, y no un ejemplo de ciudad gris e insostenible de la que salir huyendo cuando hay días festivos”. 

movilidad y alimentación
Evaluación por orden alfabético de 1) Espacios públicos; 2) Bicicleta; 3) Transporte público; 4) Acceso productos; 5) Ayudas alimentarias

Seis propuestas a Almeida para transformar Madrid

Greenpeace considera que este ha sido un año de oportunidades perdidas para la capital, ya que muchas de las medidas puestas en marcha durante la desescalada no se han traducido en cambios reales para la ciudadanía. Por este motivo la organización ecologista ha enviado una carta al alcalde, José Luis Martínez-Almeida, con seis demandas concretas para transformar la ciudad justo cuando se alcanza el ecuador de su mandato. 

  • Aprobar y ejecutar una red ciclista arterial que, partiendo del proyecto de Carril Bici Castellana ya presentado, establezca una infraestructura segura, cómoda y conectada en las grandes avenidas de Madrid, siguiendo el ejemplo del resto de ciudades españolas y europeas. La planificación de esta red se encuentra establecida en el Plan Director de Movilidad Ciclista de 2008 y revisada posteriormente en 2016. 
  • Paralizar y replantear los proyectos de construcción de grandes aparcamientos en los diferentes barrios de la ciudad (Mar de Cristal, San Fermín, Avenida de la Aviación, Aravaca o Menéndez Pelayo) por su efecto atractor de viajes que contribuye a degradar el entorno de los lugares donde se ubican, así por el consumo de suelo público que debe dedicarse a mejorar las dotaciones culturales, educativas y sanitarias en dichos distritos. Coordinar con el Consorcio la política de aparcamientos de disuasión para situarlos lo más cerca del origen de los viajes, evitando la entrada de más vehículos a la ciudad. 
  • Mantener y reforzar Madrid Central como Zona de Bajas Emisiones de la ciudad (obligatoria según la Ley de Cambio Climático) con unos criterios de acceso más ambiciosos, y nunca más laxos que los ya existentes. 
  • Ampliar y transformar espacios verdes dentro de la ciudad para garantizar que las personas que habitan la ciudad de Madrid se encuentren a 200 m de un espacio público verde de 1.000 m2 de tamaño, o a 750 m de distancia de un espacio público verde de 5.000 m2. Se debería alcanzar una dotación de 10m2 de espacio verde por habitante, que garanticen accesibilidad y la disposición de suelos que potencien la vegetación y el confort ambiental. Los distritos de la almendra central de la ciudad son los más desfavorecidos en este aspecto, necesitando al menos la renaturalización de 1.000m2. 
  • Desarrollar un pliego de medidas mínimas de confort térmico y verde urbano de obligado cumplimiento para toda obra de rehabilitación de espacios públicos. De esta forma, el Ayuntamiento garantiza el incremento de superficies permeables, se conservan los alcorques y se les dota de ejemplares con densidad de sombra, y se renaturalizan parterres que vienen siendo impermeabilizados con cemento. 
  • Desarrollar proyectos de renaturalización urbana, a través de soluciones basadas en la naturaleza al menos en alguna vía de los 21 distritos de la ciudad. Este reto busca renaturalizar espacios urbanos, de uso cotidiano, instalando sistemas urbanos de drenaje sostenible, pavimentos de alto albedo y permeables, parterres inundables, pozos de infiltración, incrementar la calidad y densidad de árboles y arbustos, así como también incorporar otros elementos de verde urbano y fuentes que mitiguen el efecto isla de calor, con el fin de generar confort térmico no sólo en los espacios de ocio, sino también en en la actividades de la vida cotidiana de las personas. 

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