Según una teoría desarrollada por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, los sonidos del ambiente tienen un peso fundamental a la hora de procesar los estímulos acústicos.
La web de ciencia Sinc ha hecho pública una teoría que han llevado a cabo algunos investigadores de la Universidad Complutense de Madrid. En esta investigación se repasan diferentes estudios de disciplinas como la antropología, la historia o la neurociencia.
Según esta teoría existe una afinidad sónica en cada persona, innata y que, a la vez, se va adquiriendo con el paso del tiempo en función de los diferentes estímulos ambientales. El papel de los progenitores, especialmente el de la madre, resulta fundamental.
“La vocalidad materna en particular y el ambiente sonoro del hogar en el que viva el niño ejercerán una influencia considerable en la relación que este establezca y desarrolle con la música”, afirma el autor del estudio.
El trabajo realiza una revisión de diferentes iconos musicales, señalando la época y el contexto en el que realizaron sus obras. Mozart, por ejemplo, escuchaba principalmente “pájaros, voces humanas, carros con ruedas metálicas que se mueven por las calles adoquinadas y los sonidos agudos del látigo del cochero”, según describió el compositor Murray Schafer.
En opinión de este autor, habría una correlación entre los sonidos del siglo XVIII y la música compuesta por Mozart, llena de frecuencias medias y altas, donde los tonos graves son bastante ligeros.