Una asociación Navarra ha impulsado la iniciativa de recoger los alimentos que quedan en el campo tras la cosecha y que no se destinan a la venta con el objetivo de impulsar el valor comunitario y ambiental.
De este modo, a través de este proyecto los alimentos olvidados o descartados tras la cosecha se recogen con apoyo de voluntariado y se redistribuyen entre distintos colectivos sociales para alargar la vida de los alimentos y apoyar a personas en situaciones difíciles.
Recoger los alimentos
Tras la cosecha que se realiza a finales de septiembre, esta iniciativa ha realizado los primeros ‘espigamientos’, como se conoce a este concepto, en las localidades navarras de Sartaguda, Cárcar, y Lácar, en los que más de una veintena de personas voluntarias y escolares de uno de los colegios locales han recogido casi mil kilos de cebollas, uvas y tomates abandonados, y a los que se ha dado una nueva vida al destinarlos a colectivos sociales de la zona, como el Banco de Alimentos en Lodosa, Cáritas y Servicios Sociales de Base del entorno, entre otros.
Desarrollo sostenible y economía circular
El enfoque de este proyecto, además de estar alineado con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los principios de la economía circular, es innovador en varios aspectos: por una parte, propone nuevos modelos de sensibilización social que fomentan la corresponsabilidad, apoyando a personas en situación de dificultad y articulando una red de entidades con un objetivo común y, por otro lado, permitirá establecer un diálogo entre los ámbitos rural y urbano, tan necesario en el contexto de la despoblación, que permita apreciar el valor de los alimentos y fomentar la alimentación saludable, local y de calidad.
Por último, incidirá en las pérdidas y desperdicio de alimentos, cuestión clave recogida en las principales agendas que marcan la política mundial y europea, como son el Plan de acción para una Economía circular en Europa o la Estrategia De la Granja a la Mesa. La meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propone reducir a la mitad el desperdicio per cápita de alimentos para 2030, así como reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.