El agua del grifo en España es potable, de calidad y segura y muchos consumidores optan por pedirla en un bar o restaurante para calmar la sed. Sin embargo, algunos establecimientos hosteleros no ofrecen agua del grifo.
Una ley podría hacerse efectiva y obligar a bares, restaurantes, hoteles y otros establecimientos hosteleros a servir agua del grifo en vasos o jarras si el cliente así lo pide.
Agua del grifo: Un gasto para los hoteles
«Servir agua, aunque sea del grifo, implica costes. Los del local, los de la persona que lo sirve, los de suministro…», afirma un hostelero del centro de Madrid. El agua, junto al café, es de las bebidas con mayor rentabilidad para bares y restaurantes.
Aún así, cada vez hay más establecimientos que renuncian a estos beneficios y deciden asumir los costes por voluntad propia, ya que consideran que el gesto altruista de ofertar agua en jarras y vasos les permite ganar más de lo que pierden. Pero este acto podría dejar de ser voluntario muy pronto.
Agua del grifo en restaurantes por ley
Tres gobiernos autonómicos (Baleares, Navarra y Andalucía) han promovido leyes que incluyen la obligación de que los establecimientos públicos, como hoteles, restaurantes y bares, ofrezcan el servicio gratuito de agua potable no envasada. Siguen la estela de Castilla y León, París, Melbourne, Kioto, Nueva York, Praga, Miami o Quebec. Eslovenia, incluso, introdujo este derecho en su Constitución el pasado año. Allí los clientes no necesitan excusas del tipo «es que solo quiero un traguito», «es para tomar una pastilla» o «es para el niño». El agua se brinda de primeras del grifo sin necesidad de ninguna justificación.
Incluso en algunos estados desérticos de Estados Unidos como Arizona cualquier persona que tenga sed puede entrar en un establecimiento y pedir agua gratis por ley. Tampoco es extraño encontrar la profesión de aguadores, cuya única función es que a los comensales no les falte en ningún momento agua en sus vasos.
Agua embotellada, un negocio y consumo en alza
A las críticas de muchos hosteleros se suman los de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasada (ANEABE). Sus datos evidencian la pujanza de un sector que vive de la bebida sin alcohol más consumida por los españoles. 1.000 millones de euros de facturación dan trabajo a 4.500 directivos y permiten 25.000 empleos directos e inducidos. «¿Qué ocurrirá con estos puestos si se establece esta obligación?», apuntan desde la asociación.
España es el cuarto productor de agua embotellada y el quinto por consumo. Según el Panel de consumo alimentario del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), esta bebida es uno de los únicos productos que aumentó el pasado año de forma considerable en la cesta de la compra. Cada español tomó de media 63,4 litros de agua embotellada al año, lo que equivale a que, en total, las familias gastaran en un año (desde octubre de 2016 hasta noviembre de 2017) 581,53 millones de euros en su adquisición, un 4,7 % más que en el año anterior.
Reducción del plástico
Fuera del coste que supone para los clientes, el componente medio ambiental también importa. En un momento en el que nos obligan a pagar las bolsas de plástico ¿qué sentido tiene que bebamos agua embotellada con el impacto ambiental que los envases plásticos conllevan?, argumentan los consumidores. Transporte a larga distancia, con las consiguientes emisiones de CO2, o el bajo nivel de reciclado debido a los altos de niveles de abandono de las botellas son algunos de los impactos.
Desde Greenpeace apoyan este razonamiento al asegurar que de los 50 millones de envases de bebidas que todos los días se ponen a la venta en el mercado español, 10 millones corresponden al agua.