La oclusión dental es uno de los diagnósticos más frecuentes en las consultas de los dentistas. Por ello, se han llevado a cabo dos investigaciones sobre su relación con una mala postura.
En ocasiones, cuando vamos al dentista a hacernos una revisión no sabemos muy bien lo que nos van a diagnosticar. Sin embargo, cada vez hay más pacientes que sufren el mismo problema y que incluso ni lo sabían -y no, no son las caries-.
Se trata de la oclusión dental, o lo que es lo mismo, una mala mordida y no es ni más ni menos que el contacto que se establece entre los dientes superiores e inferiores al cerrar la boca. Además, está cada vez más extendida entre los pacientes ya que los dientes pueden encontrarse perfectamente alineados o presentar alteraciones a distintos nivele. En las consultas se diagnostican problemas relacionados con una mala mordida, tales como desviaciones de la línea media, diastemas, apiñamiento, mordida cruzada y dientes ausentes.
Recientemente, se ha estado estudiando sobre la relación existente entre una mala mordida y una mala postura. Por ello, dos nuevas investigaciones, llevadas a cabo entre el departamento de Fisiología de la Universidad de Barcelona y la Universidad de Innsbruck (Austria) y publicadas en Motor Control and Neuroscience Letters, confirman esta relación: mordida imperfecta igual a menos control de la postura. Además, esta relación podría aumentar si se trata de personas fatigadas o inestables.
Los estudios concluyen afirmando que con la corrección de diferentes maloclusiones, llevando la posición mandibular a un punto neutro, se mejora el control postural tanto en equilibrio estático como en dinámico.
Un interés creciente
En los últimos años, se ha producido un incremento en el interés científico por estudiar esta relación entre el sistema estomatognático (el conjunto de órganos y tejidos que permiten comer, hablar, masticar, deglutir y sonreír) y el control de la postura.
La explicación podría ser de tipo neurofisiológico. Existe una influencia recíproca entre el nervio trigémino y el núcleo vestibular –responsables de la función masticatoria y el control del equilibrio respectivamente–, y también entre los músculos masticatorios y cervicales.
Esto podría explicar por qué tener una mala mordida podría condicionar nuestra postura y equilibrio. Sin embargo, no se habían publicado aún estudios concluyentes.