El acceso a una educación bilingüe en lengua de signos y lengua oral es muy limitado en España, donde menos del 1 % de las escuelas de educación primaria usan una lengua de signos como medio de comunicación con niños y niñas sordos, tal como recoge un estudio elaborado en 2011 por profesores del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Alicante.
El 92 % de la población sorda carece de competencias profesionales adquiridas mediante la enseñanza reglada, lo cual tiene consecuencias directas sobre los niveles de actividad económica y de ocupación laboral. El 56 % de las personas sordas en edad de trabajar están en situación de inactividad económica y el 20 % están desempleadas, frente al 11 % del conjunto de la población, recoge el estudio. La situación es todavía peor en el caso de las mujeres sordas, entre las que hay un 67,2 % en situación de inactividad económica y un 30 % de tasa de paro.
«¿Qué pasa si no podemos comunicarnos satisfactoriamente con la familia, con los profesionales de la educación o entre iguales? Entonces hay unas interacciones no saludables, se produce la rotura de la comunicación con los otros y consigo mismo», explica Noemí Tomé en su investigación.
«Si el niño sordo ha nacido en una familia sorda signante no tendrá tantos problemas, pero en la mayoría de los casos las familias son oyentes. Entonces, será de vital importancia prestar atención a la comunicación que establecen con su niño sordo en estos primeros meses de vida y hasta que entre en contacto con la lengua oral. Si no, estará aislado de una comunicación completa y perderá un tiempo precioso que tendrá repercusiones en su desarrollo lingüístico, emocional, social, de sus intereses, del autoconcepto y de la personalidad»; y también en su futuro laboral.
Los primeros años de vida, fundamentales
«Es necesario que el educador social incorpore conocimiento sobre la comunidad sorda y competencia en la lengua de signos».
El objetivo es poder adquirir la lengua de signos desde la primera infancia, tanto en los casos de sordera profunda como en los de hipoacusia, esto es, cuando los sonidos, en su intensidad habitual, se perciben de manera deficiente: «En estos últimos casos hay más posibilidades de llegar a una buena audición por medio de aparatos tecnológicos, como los implantes cocleares, pero incluso en las mejores situaciones en las que un niño con doce meses sea apto para una intervención, pasarán unos dos o tres años hasta que pueda sacarle todo el beneficio. Aquí hay un periodo crítico donde la comunicación no es completa, con las repercusiones graves que puede tener en su desarrollo».
Implantes cocleares
Además, en cuanto a las ayudas técnicas para la audición, como los implantes cocleares, Tomé pone sobre la mesa unos datos para reflexionar: «La Seguridad Social se hace cargo del coste del implante y de la operación, pero no del mantenimiento, que es de 700 € al año; por lo tanto, no todo el mundo podrá acceder a ellos».
Por otro lado, «para ser candidato a un implante tienes que cumplir unos criterios, y entre estos sorprenden los sociales, basados en un buen entorno educacional, la estimulación familiar y el hecho de que se esté motivado. Se pueden hacer muchas reflexiones al respecto. Por ejemplo, que tu familia te determina o no como candidato. ¿Utilizar la lengua de signos podría no ser un buen entorno educacional, un no estar motivado?».
Por todo ello, según la educadora social, «la lengua de signos no se puede contemplar como un recurso más por si las ayudas tecnológicas o el aprendizaje de la lengua oral no funciona o no hay éxito. Se tiene que contemplar como la lengua natural y accesible desde el mismo momento del nacimiento para el niño sordo. Después de todo, la lengua de signos es la única plenamente accesible para el niño sordo. Es la herramienta que ayudará a reducir las consecuencias restrictivas de su sordera mientras la visión sea su principal canal de aprendizaje».
Más de 300 lenguas de signos en el mundo
En España, con más de un millón de personas sordas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), poco más de 100.000 utilizan preferentemente para comunicarse la lengua de signos. Forman la comunidad sorda signante.
En países de nuestro entorno, como Reino Unido, la proporción es todavía más reducida. Con una población de 66,4 millones de personas, 77.000 utilizan la lengua de signos británica.
Según recoge la Federación Mundial de Personas Sordas, en el mundo hay más de 300 lenguas de signos fruto de la diversidad cultural. Dos de ellas son la española y la catalana, reconocidas por ley desde 2007 y necesarias por cuanto facilitan y agilizan la comunicación de las personas sordas. «Poseen una gramática visual rica y propia», explican desde la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE): «Son lenguas de carácter visual, espacial, gestual y manual que cumplen con todas las características formales del lenguaje humano». Facilitan y agilizan la comunicación de las personas sordas y son, por lo tanto, instrumentos que construyen la igualdad en nuestra sociedad diversa, multilingüe y multicultural.