La educación evoluciona y cada vez se buscan nuevas formas de motivar a los niños a aprender materias y la nueva iniciativa consiste en aprender jugando y resolviendo problemas aplicando la lógica mediante juegos de escape o ‘escape room’.
Pedagogos y psicólogos están de acuerdo en los beneficios que el juego aporta a los estudiantes con fines educativos, básicamente porque les motiva y la motivación es un aspecto clave para que aprendan. Algunos centros educativos de España ya los han incorporado y parece que los resultados son más que satisfactorios.
Fomento del trabajo en equipo
Los juegos de escape son una técnica de ludificación que aumenta la motivación y fomenta el trabajo en equipo. Se han hecho populares entre los jóvenes y se han convertido en una opción más de su tiempo libre, y algunas empresas ya los aplican también como técnicas de construcción de equipos para que fomenten el trabajo en equipo. Y ahora dan un paso más entrando en la escuela.
En el aula, el profesor reúne a un grupo de alumnos en una sala de la que se tienen que escapar en un tiempo determinado. Para hacerlo, deberán resolver unos problemas y seguir unas pistas que estarán relacionados con los contenidos curriculares que trabajan en clase, y deberán utilizar sus capacidades intelectuales, creativas y de razonamiento deductivo y hacerlo en equipo.
Las virtudes del juego en el aula
Los niños aprenden jugando de manera natural desde que tienen pocos meses, de modo que el juego entra a formar parte de su vida cotidiana. Para la psicóloga del centro GRAT, «introducir el juego en el aula aumenta la predisposición de los niños en el aprendizaje y hace que se involucren activamente en el proceso y que sean ellos los que deduzcan el funcionamiento y el sentido de lo que aprenden», explica. «El aprendizaje en que el alumno tiene un papel pasivo no es tan efectivo», añade.
El juego permite poner en marcha y fomentar actividades mentales complejas y habilidades socioemocionales, como «observar, adivinar, anticipar, ponerse en el lugar del otro, expresar sentimientos, poner en marcha el autocontrol, la gestión de emociones, el control de impulsos y la tolerancia a la frustración», enumera la doctora en Psicología. Además, añade, es una buena herramienta para «consolidar relaciones con los compañeros porque su forma natural de relacionarse es por medio del juego», concluye.