Según una nueva investigación realizada en Estados Unidos, los productos de origen vegetal sustitutivos de la carne reducen los factores de riesgo cardiovascular, favoreciendo la bajada de peso y de colesterol malo.
«Cambiar la carne roja por alternativas de carne de origen vegetal puede reducir algunos factores de riesgo cardiovascular, según un nuevo estudio realizado por investigadores de Stanford Medicine».
Según una investigación realizada por expertos de la Escuela de Medicina de la Universidad Stanford (Estados Unidos), los productos de origen vegetal sustitutivos de la carne reducen los factores de riesgo cardiovascular, teniendo un impacto positivo estadísticamente significativo en el peso y el colesterol malo, mayor de lo que se esperaba.
Esta nueva investigación se considera la primera en llevar a cabo una comparativa entre el consumo de carne de origen animal y un sustitutivo de origen vegetal, sin embargo estas afirmaciones chocan con otras investigaciones en las que los aditivos que pueden llevar los sustitutivos vegetales de la carne también son perjudiciales para la salud.
Según Stanford Medicine «Puede parecer obvio que una hamburguesa hecha de plantas es una opción más saludable que una hamburguesa. Pero muchas de las nuevas alternativas a la carne tienen niveles relativamente altos de grasas saturadas y sodio agregado y se consideran alimentos altamente procesados, lo que significa que están hechos con aislados y extractos de alimentos en lugar de frijoles enteros o champiñones picados. Se ha demostrado que todos estos factores contribuyen al riesgo de enfermedad cardiovascular, dijo Christopher Gardner , PhD, profesor de medicina en el Stanford Prevention Research Center.
En la investigación se realizó un ensayo cruzado aleatorio de 16 semanas de duración, en el que se llevó a cabo una comparativa del consumo de ‘carnes vegetales’ (alternativas del pollo, el cerdo y la ternera) proporcionadas por Beyond Meat, con los alimentos cárnicos tradicionales. Participaron 36 personas divididas en dos grupos de 18 personas, el primero consumió a lo largo de esas 16 semanas una dieta con carne de origen animal, el segundo siguió una dieta en la que se incluyeron los productos vegetales que imitan a las carnes tradicionales.
Resultados del ensayo
Los resultados muestran que los niveles dietéticos generales de proteína y sodio eran los mismos en ambas dietas, se determinó que el consumo de fibra era mayor en quienes consumían ‘carne vegetal’, y que el consumo de grasas saturadas era menor en el grupo que seguía la dieta a base de alimentos alternativos a la carne tradicional. Lo cierto es que se trata de resultados que no sorprenden y que avalan el consenso de los expertos en nutrición, en el que se considera que es necesario reducir las grasas saturadas y el colesterol, evitando a toda costa la ingesta de grasas trans, grasas muy dañinas que incrementan el riesgo de sufrir enfermedades no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares o las neurodegenerativas.
«Es necesario comer carbohidratos más complejos y más fibra»
Los expertos comentan que no basta con sustituir los alimentos de origen animal, también es necesario el consumo de carbohidratos más complejos y más fibra, procurar evitar el exceso de sodio en las comidas y, por supuesto, mantener un peso saludable mediante la actividad física diaria. Los investigadores explican que estos alimentos alternativos a la carne tradicional no contienen grasas trans ni colesterol, además, casi siempre tienen la misma o menos grasa saturada que sus homónimos cárnicos. Un valor añadido es el contenido en carbohidratos complejos y fibra, algo que no se encuentra en la carne animal.
Una investigación realizada por Action on Salt denunciaba que las “carnes vegetarianas” contienen niveles elevados de sal, hasta el punto de que en algunos casos se superaba el contenido medio de sal del agua de mar o el contenido de tres raciones de cacahuetes salados, esto da que pensar acerca de este nuevo estudio.
Y es que el estudio ha sido financiado por Beyond Meat y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, pero parece ser que se ha realizado una declaración de conflicto de intereses a fin de reducir y eliminar cualquier influencia en la investigación. A esto añaden que los análisis realizados se llevaron a cabo por un tercero que desconocía a la mayoría de los participantes, no influyó en el diseño del estudio y no llevó a cabo una recopilación de datos.