Más del 75 % de los menores de 2 años y el 64 % de los que tienen entre 2 y 5 años sobrepasan los límites de exposición a las pantallas recomendados por las autoridades sanitarias, fijados en un máximo de una hora al día entre los 2 y los 5 años
Lucrezia Crescenzi-Lanna, experta en interacción entre menores y pantallas e investigadora principal del Child Tech Lab de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica que, a pesar de que «varios estudios sugieren que existe una relación entre la exposición a las pantallas y una menor puntuación en el desarrollo cognitivo y del lenguaje de los menores en comparación con los que no ven tanto la televisión o usan tabletas y móviles», las consecuencias directas no están del todo claras. Según aclara la investigadora, «es complejo demostrar una relación de causa-efectos entre estas dos variables. La menor puntuación podría atribuirse, en parte, al contexto en el que se producen los hábitos de excesiva exposición a las pantallas y no a la exposición por sí misma«.

Según la investigadora de la UOC, los niños y niñas menores de 36 meses se encuentran en un momento en el que la interacción con adultos de referencia es determinante para su correcto desarrollo. Cuando familiares, amigos y educadores se dirigen a ellos mientras les miran y sonríen, cuando comparten la atención hacia un objeto o una acción, están estimulando sus sentidos a través del juego y apoyando su proceso de desarrollo del lenguaje, de la atención y de las emociones. «El problema son las posibilidades de interacción con los demás que está perdiendo el menor mientras mira las pantallas. De hecho, es en base a este principio que la OMS indica límites de tiempo, como explica el artículo Para crecer sanos, los niños tienen que pasar menos tiempo sentados y jugar más«, sostiene.
Además, asegura que no solo es importante el tiempo de exposición, sino qué contenido están viendo y con quién están compartiendo la experiencia. «Si una abuela juega con su nieto o nieta de dos años con una aplicación educativa de calidad, adecuada a la edad del niño, comenta lo que pasa en el juego y le cuenta anécdotas asociadas a lo que están mirando, esta será probablemente una experiencia compartida enriquecedora para los dos», explica Lucrezia Crescenzi-Lanna.
Igualmente, si un menor de cuatro o cinco años tiene miedo al mirar con su familia una escena de un dibujo animado, como una bruja, «se puede emplear este momento para hablar del miedo, nombrar la emoción, ayudar a reconocerla y pensar cómo gestionarla, y también aprovechar para introducir el tema de la presencia de los estereotipos de género en los medios», señala.
Cómo seleccionar el contenido
La recomendación de los expertos a la hora de seleccionar los contenidos de las pantallas que verán los niños y niñas es que «sigan un criterio de calidad, sean adecuados a cada edad y estén en línea con los valores que compartimos como familias o educadores. En mi opinión, algunos ejemplos de contenidos audiovisuales adecuados son las películas que se pueden ver en El Meu Primer Festival de Cine, en plataformas como Filmin, o algunos cortos de Pixar, dependiendo de la edad de los menores», sostiene.
Además de lo anterior, es importante establecer espacios y tiempo de uso. Por ejemplo, evitar usar pantallas antes de ir a dormir. Y explicar por qué se hace. «Durante este acompañamiento hacia un uso racional de las pantallas es necesario explicar por qué se limita el tiempo de uso y sobre todo ofrecer realizar actividades alternativas. Por otra parte, los niños y niñas imitan todo lo que hacemos como progenitores. Por eso, cuando establecemos reglas limitando el uso de las pantallas, deberíamos dar ejemplo para resultar creíbles», explica la investigadora de la UOC.