Numerosas personas siguen atrapadas en Libia tras un año del acuerdo con Italia

Numerosas personas siguen cautivas en Libia un año después de que Italia alcanzara, con el respaldo de la Unión Europea, un acuerdo con el Gobierno de ese país para frenar la migración irregular.

Personas migrantes que, tras la firma del acuerdo, han conseguido escapar de Libia han relatado secuestros, asesinatos, violaciones y trabajos forzados continuos.

Conforme al acuerdo alcanzado, la Unión Europea e Italia han proporcionado formación y apoyo logístico y económico a la Guardia Costera libia. Oxfam y Borderline Sicilia señalan que esta cooperación tiene como objetivo contribuir a frenar la salida de migrantes de Libia y obligarlos a regresar al país. Estas organizaciones subrayan también que Italia y la Unión Europea deben suspender inmediatamente el acuerdo y todas las actividades dirigidas a devolver a estas personas a Libia, incluyendo la cooperación con la Guardia Costera libia.

Un año de la firma del memorando de entendimiento

El 2 de febrero de 2017 Italia firmó un memorando de entendimiento con el Gobierno de Trípoli que los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea aprobaron al día siguiente durante su cumbre informal en Malta. El acuerdo carece de salvaguardias suficientes para proteger los derechos humanos y defender la legislación internacional dado que Libia se ha negado a firmar la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 que protege a las personas que huyen de la persecución y el conflicto.

Se valora los recientes esfuerzos de la Unión Africana, la Unión Europea y las Naciones Unidas para liberar a los migrantes de los centros de detención. Sin embargo estos esfuerzos no benefician a la mayoría de las personas migrantes atrapadas en Libia, puesto que las autoridades libias solo garantizan protección internacional a unas pocas nacionalidades.

Escapar de la guerra y encontrar el infierno

«Las personas con las que hemos hablado están escapando de la guerra, la persecución y la pobreza y, sin embargo, al llegar a Libia, sólo encuentran otro infierno”, explica Roberto Barbieri, director ejecutivo de Oxfam Italia. “Los Gobiernos europeos tienen el deber de proteger los derechos humanos de todas las personas, incluidas las personas migrantes. Quienes atraviesan el mar para escapar de Libia no deberían ser retornados al grave peligro que allí corren».

«El acuerdo migratorio con Libia tiene importantes fallos y muchas personas están sufriendo, atrapadas en condiciones terribles. Italia debe suspenderlo de forma inmediata y alcanzar un nuevo acuerdo que anteponga la seguridad y el bienestar de todas las personas que precisan ayuda en Libia. En lugar de tratar de evitar que los migrantes dejen el país, la Unión Europea debe centrarse en liberar a todas las personas atrapadas en centros de detención, independientemente de cuál sea su nacionalidad».

Ayuda humanitaria

Libia es un país muy inestable debido al conflicto y en el que, de acuerdo con Naciones Unidas, más de 1,3 millones de personas precisan de ayuda humanitaria, entre ellas personas desplazadas internas, libios y libias que han regresado a sus casas, así como cientos de miles de migrantes de otros países que llegaron al país en busca de trabajo o para continuar su viaje en busca de seguridad y dignidad. Las agencias de Naciones Unidas se muestran especialmente preocupadas por los graves abusos que sufren las personas migrantes.

El pasado mes de agosto Oxfam y sus organizaciones socias Borderline Sicilia y MEDU expusieron algunos de los abusos sufridos por 158 personas migrantes entrevistadas que habían llegado a través de Libia. El 84% de ellas afirmaba haber sufrido un trato degradante e inhumano, violencia extrema o torturas. El 74% afirmaba haber sido testigo de asesinatos o torturas.

Testimonios de los afectados

Nuevos testimonios recogidos por Borderline Sicilia tras el acuerdo Italia-Libia indican que la situación no ha mejorado para muchas de las personas que siguen atrapadas en este país. Las personas migrantes continúan relatando historias de secuestros a cambio dinero, de hombres obligados a trabajar sin recibir ningún salario a cambio y de mujeres violadas u obligadas a ser esclavas sexuales. Una persona habló de niños vendidos como esclavos.

Precious (28 años) de Nigeria cuenta que la encerraron junto a otras personas migrantes cuando llegó a Trípoli. «Me pidieron un dinero que no tenía. Nos trataban como si fuésemos basura. Solo nos daban de comer un poco de arroz o pasta cruda una vez al día, y bebíamos agua de barriles de gasolina viejos». Precious relata que vio a muchas personas morir tras caer enfermas o como consecuencia de las palizas de sus captores. «A las mujeres nos pegaban y nos violaban cada día. Sólo entonces nos daban algo para comer», cuenta.

Blessing (24 años) de Nigeria dice que llegó a Libia para buscar trabajo como empleada doméstica. «En lugar de eso, me llevaron a un centro en el que permanecí meses», dice. «Cada día me daban un puñado de arroz para comer. Vendían mi cuerpo a hombres. Cuando traté de escapar me dieron una paliza y me violaron».

Francis (20 años) de Gambia fue secuestrado por una banda criminal. «Había más de 300 personas encerradas en una habitación enorme. Permanecí allí cinco meses. […] Cada día nos obligaban a trabajar y si alguien se negaba, lo mataban».

Francis también habla de palizas y violencia sexual contra las mujeres y los niños y niñas encerrados en prisiones ilegales. «Grupos de personas violaban y golpeaban a las mujeres de forma sistemática. Se criaba a los niños y las niñas en prisión, y luego se les vendía como sirvientes para casas libias».

«Europa no solucionará los problemas que llevan al desplazamiento y la migración con políticas centradas en el control fronterizo y la disuasión. En su lugar la Unión Europea debe garantizar rutas seguras para las personas que huyen, así como un proceso transparente y justo para solicitar asilo», dice Barbieri.

Aurora Cancela Pérez
Aurora Cancela Pérezhttps://www.cronicanorte.es
Aurora Cancela Pérez, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Colmenar Viejo. Es redactora en Crónica Norte desde 2017. Apasionada de la información local y los viajes.

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