Un equipo internacional de investigadores ha creado una epidermis artificial que se asemeja a la de estos cefalópodos, con el objetivo de que los robots del futuro tengan mecanismos para interactuar con el entorno.
Las pieles de algunos cefalópodos, como el pulpo, son muy flexibles y contienen células que cambian de color. Estas células se cargan con pigmentos que permiten capacidades rápida y detallada de camuflaje.
Un equipo internacional de investigadores de la universidad de Cornell (EEUU) han desarrollado un actuador electroluminiscente estirable. El material puede ser muy estirado y emitir luz. Además, también podría detectar la presión interna y externa. Un robot blando demostró estas capacidades combinadas por el estiramiento y la emisión de luz a medida que avanzaba.
La robótica de robots blandos busca mecanismos que se adapten mejor a la interacción con humanos y se alejen de la dureza de los actuales. Esta piel artificial es la primera que les permitiría mostrar información y una de las pocas que reacciona ante un estímulo interno o externo.
“Cuando los robots se integren en nuestras vidas, la capacidad para que tengan conexión emocional con nosotros será importante. Así que la posibilidad de que puedan cambiar de color en respuesta al estado de ánimo será necesaria para las interacciones humano-robot», explica Robert Shepperd, autor del trabajo publicado en Science
La creación de esta piel ha sido posible gracias a un condensador hiperelástico emisor de luz (HLEC, en sus siglas en inglés) que utiliza dos electrodos iónicos de hidrogel embebidos en una matriz de silicio.
Para generar la aparición de diferentes colores, la matriz contiene sulfuro de zinc que se combina con diversos metales de transición que emiten diferentes longitudes de onda cuando la electricidad los atraviesa, según la web e ciencia Sinc.
