Adoptar a un perro es una gran responsabilidad y si el perro tiene alguna discapacidad, esa responsabilidad es mayor aún. Sin embargo, estos perros merecen tener una segunda oportunidad de ser adoptados.
Hay perros que nacen con discapacidades y otros que las adquieren con los años o a raíz de un accidente y por estos motivos, son los menos deseados a la hora de adoptar y darles una familia y un hogar. Muchos adoptantes desconocen que un perro discapacitado puede ser una gran compañía, como cualquier otro perro.
Los perros, al igual que las personas, pueden padecer algún tipo de discapacidad como parálisis, ceguera, sordera, amputaciones, entre otras.
Perros con sordera
La sordera puede aparecer total o de manera parcial. Esta discapacidad, normalmente, se manifiesta a partir de que el perro cumple 10 años de edad. A pesar de que un perro no pueda oír, tiene otros sentidos muy bien desarrollados que lo ayudarán a seguir adelante: su vista y, sobre todo, el olfato.
Un perro sordo necesita algunos cuidados:
Enseñarle al perro señas con las manos.
Vigilarlo cuando se encuentre en espacios abiertos.
Si salen de casa, el adoptante debe estar siempre a la vista del perro para que no se asuste ni se sienta solo.
En caso de que el perro se pierda, será más fácil recuperarlo si se le coloca en su collar que no puede oír. Así, si alguien lo encuentra, podrá ayudarlo a regresar a casa.
Es importante que a un perro sordo no se le toque por detrás. Puede asustarse. Lo mejor es colocarse de frente para llamar su atención.
Estas son algunos de los consejos que aporta un artículo del encantadordeperros.es
Es importante que el adoptante utilice señas sencillas de entender, practicar con constancia, paciencia y mucho amor. Al final, todo valdrá la pena.
Perros con ceguera
Otro de los síntomas de la edad es que los perros se quedan ciegos, además de por algunas enfermedades comunes en muchas razas.
Cuando un perro es ciego o tiene ceguera parcial, el adoptante puede tomar algunas precauciones para que el perro esté más tranquilo y se adapte a su espacio. La más importante será acomodar la casa y procurar evitar los cambios para que el perro pueda orientarse correctamente.
Evitar que el perro tenga contacto con escaleras, barandillas, plantas, floreros.
Por supuesto, es importante también que su comida y agua estén también siempre en el mismo lugar.
Paseos con correa:
Un perro ciego, para poder disfrutar del aire libre, debe siempre salir con correa.
No solo para evitar algún tipo de accidente o tropiezo, sino que de esa manera se sentirá más seguro y el adoptante también, al ser más fácil guiarlo.
Otra medida importante para no asustarle es hablarle antes de tocarlo ya que un perro ciego puede tener una buena calidad de vida, pero al principio puede ser algo difícil para todos. Por eso, cuando es ciego, es importante que antes de tocarlo, se le hable. Así no se asustará al sentir un toque o caricia, así como a un perro con sordera.
Juguetes con sonidos:
Una recomendación para los adoptantes que tienen perros ciegos es que tengan juguetes que emitan algún sonido.
Cuidados para perros con discapacidades físicas
Un perro con discapacidad física necesitará de una mayor dedicación por aparte de sus adoptantes, pero no mucho más de lo que tenga que necesitar un perro sin problemas de discapacidad.
Si un perro no puede moverse fácilmente o con normalidad, requiere que su adoptante cuide las partes afectadas y su higiene en general.
Muchos perros con discapacidad física, no logran controlar los esfínteres y por ello el adoptante debe estar atento a su higiene con frecuencia.
Otra opción, según la discapacidad del perro, es colocarle pañales, de ser así, es importante que se le cambie con frecuencia para evitar malos olores o alguna infección.
Cuando se opta por el pañal, el adoptante debe procurar que también esté algunas horas del día sin usarlo.
Un perro con alguna discapacidad física puede manifestar depresión, estrés o tristeza; por lo que comer no será fácil. En ese sentido, el adoptante debe estar atento a cada una de sus comidas. Además, el no poder moverse bien, repercute notablemente en su alimentación.